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Sep (2020)/Oct 2020



la sequía y la pandemia se llevaron puesta a la campaña triguera

Según productores, entidades agropecuarias y técnico especialistas, la cosecha del cereal no será de las mejores este año. La sequía afectó una gran cantidad de hectáreas del cultivo en todo el país pero especialmente en el Norte, por lo que, en el mejor de los casos en Tucumán y su zona de influencia, se llegue a levantar el 40 ó 50 por ciento de lo sembrado. Pero no todas son pálidas.

El año pasado el país exportó por 65.000 millones de dólares. De ese total de ventas, el 64% lo aportó el campo y sus cultivos; de los cuales, sólo al trigo le correspondió el 5%. La cifra es muy importante considerando que, por ejemplo, la industria farmacéutica aportó un 2% y el complejo petroquímico el 8%. Ese gran protagonismo alcanzado llevó a muchos productores a que se volcaran este año de lleno al cultivo, no sólo porque el cereal genera dinero, sino porque además actúa como un buen cobertor del suelo en la rotación-secuencia con la soja.
Pero el clima le jugó una mala pasada a los cultivos de invierno. Una feroz sequía azotó sobre la zona norte del país, por los que las expectativas de cosechan no son las mejoras por estos lares y hasta se habla de levantar apenas el 40 por ciento de lo sembrado.
Revista PRODUCCIÓN conversó con el ingeniero agrónomo Daniel Gamboa, técnico de la sección Granos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), quien se refirió a la situación del trigo en Tucumán y su zona de influencia. Al respecto, reconoció que el cultivo sufrió una prolongada sequía que terminará afectando los números de la campaña.
Haciendo un racconto, surge de un informe de la EEAOC que la humedad del suelo al momento de la siembra en la provincia eran menor a la del año pasado. En tal sentido, se aconsejaba cuidar más los lotes ya que el éxito del cultivo del trigo en esta región, depende fundamentalmente de los aportes hídricos recibidos a finales del verano y en el otoño.
Al respecto, Gamboa calificó de “corajudos” a los productores que se largaron a sembrar conociendo de antemano las condiciones hídricas y climatológicas para la presente campaña.
En abril se extendió el período seco, con pocas precipitaciones y valores mensuales de lluvias por debajo de lo normal. En mayo continuó el período seco y se sumaron algunas heladas de diferente intensidad, sobre todo hacia el Este provincial, lo que terminó afectando el crecimiento del trigo. En pocas palabras: el escenario de arranque fue negativo.
Como si eso no fuera suficiente, mucho de los lotes que se sembraron sufrieron ataques de pulgones y ácaros. “Arrancamos muy comprometidos, con menos agua acumulada a la que normalmente tenemos. En general, hay excepciones, sobre todo en la zona de pedemonte (Alberdi y La Cocha) donde se produjeron algunas lluvias y la montaña protegió al cultivo de las heladas. Pero en general, hubo poca recarga de agua en el suelo y éste cultivo, generalmente en nuestra región, se hace con el agua que tiene acumulada el sueldo, ya que no hay aportes importantes de precipitaciones en invierno”.
“Durante abril, bien temprano, después de terminada la trilla de soja, muchos productores sembraron variedades de ciclo largo ya que no hubo aportes hídricos en ese período y la humedad del suelo era escasa. Debido a ello se paró la siembra ya que los suelos comenzaron a secarse y eso trajo problemas iniciales con plagas”.
“Así arrancó el productor, tomando recaudos, trabajando en un año que venía mal pero pensando en tener el campo limpio y cuidado de maleza para prepararlo para la siembra de verano”.
Remarcó que en el agua es fundamental para el trigo en todas sus etapas: porque se hace necesaria en la etapa de la implantación, en la formación de la estructura y en el llenado de granos, cuando empieza a espigar. “La fase uno y la dos fueron muy duras porque no se desarrollaron bien las plantas. Entonces crecieron plantas chicas que no llenaron bien los surcos. Por eso algunos productores dejaron de hacer trigo”.
Para Gamboa, este año para el trigo la situación no pudo ser peor. “Sobre llovido mojado. Después de la sequía, el sector tuvo una helada temprana, y eso arruinó al cultivo que se hizo temprano y que venía mejor, porque se dio en un periodo de mucha sensibilidad de la planta”.
“Las heladas fueron inusuales, muy extensas en duración y de mucha intensidad. Eso hizo que el lote que venía bien posicionado sufriera la consecuencia, afectando la sensibilidad del trigo justo cuando está en formación. Para tener una idea, con un grado de temperatura, pierde las flores”.
También hubo ataques de pulgones y ácaros que afectaron las espigas. Estos insectos son frecuentes y afectan al cultivo cuando las sequias son fuertes.
“Los que fueron a trigo corto y sembraron en mayo y tarde, son los que más inconvenientes tuvieron porque arrancaron ya con mucha menos agua o peor aún, sin agua”.
Gamboa recomendó a los productores que prioricen la cosecha. Que trillen sólo los lotes a los que le ven futuro, que a esos pasen la cosechadora. Y al otro lo usen como barbecho limpio. Para que con la primera lluvia se larguen a sembrar la soja.
Explicó que la sequía no sólo afecto al Norte argentino. Hubo otras regiones en el país que también tuvieron problemas con la seca. “El factor climático también causó daños en otras partes del país como ser el sur y norte de Córdoba. Salvo la zona núcleo, el resto tuvo problemas. Hubo muchas pérdidas de lotes y planta de poco desarrollo”.
En cuanto a superficie, dijo que se sembró un área muy parecida a la del año pasado (un poco menor), puesto que los productores buscaron con el trigo cuidar sus campos y tenerlos limpios para lograr mejores rendimientos con la soja.
El año pasado en Tucumán se hicieron alrededor de 87.000 hectáreas de trigo, y este año la siembra habría rondado las 82.000 hectáreas. Hay quienes aseguran que de ese total, se espera cosechar entre el 40 y 50 por ciento. Tampoco se espera obtener un trigo de calidad, sino que será más chico.
Hay que ver que este año no sólo jugó en contra el clima, sino también la pandemia del coronavirus y las restricciones que impidieron a muchos productores trabajar de manera eficiente en sus campos debido a problemas para circular y al cierre de fronteras entre departamentos y con otras provincias.
A nivel país, al principio de la campaña (marzo, abril), se preveía una siembra de trigo que podía alcanzar las 7 millones de hectáreas lo que significaría una producción de más de 21 millones de toneladas. Sin embargo, la falta de lluvias limitó las intenciones de siembra, recortó la superficie implantada a 6,5 millones de hectáreas y complicó el estado de los cultivos con importantes bajas en sus rindes (de 20% a 50% en áreas de la zona núcleo), con lo cual la producción triguera se proyecta entre 18 y 19 millones de toneladas.

Revista PRODUCCION: la sequía y la pandemia se llevaron puesta a la campaña triguera
 

Portada de la Edición correspondiente a esta nota Esta nota fue publicada en la página Nº 12 de la edición digital de la revista de Septiembre (2020) / Octubre 2020.
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