Los costos de los insumos para la siembra de soja en campo propio aumentaron 30% con relación a la campaña pasada, según un trabajo presentado por Néstor Roulet, vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA).
Serán u$s 42,31 por hectárea los que los productores de la oleaginosa argentina, cuya siembra se inició, deberán agregar a la inversión 2006. "Teniendo en cuenta que la inversión total de implantación y protección de una soja en campo propio para la campaña 2006/07 fue de unos u$s 141 por hectárea, el aumento de u$s 42,31 ha. en la actual campaña representa el 30%", explica el informe.
Y si este costo se multiplica por las áreas que se sembrarán este año, que se estiman en 16,5 millones de hectáreas, el incremento total de inversión para cultivar soja este año en la Argentina será de u$s 700 millones adicionales.
Es verdad que si se valora el alza en la cotización de la soja entre ambas campañas, el resultado es una suba similar, del orden de 32%. El dato se obtiene al comparar el valor a cosecha (mayo) que obtenía un productor el año pasado con el que obtiene hoy. En octubre de 2006, la soja mayo 2007 se cotizaba en u$s 180 la tonelada. Hoy ese futuro marca, para la soja mayo 2008, un precio cercano a u$s 238 la tonelada.
Pero según Flavia Rossi, analista del mercado de granos FyO.com, si el Gobierno decide finalmente agregar 5 puntos porcentuales a las retenciones que pesan sobre la oleaginosa, este incremento de precios se recortaría, en el peor escenario, a 23%.
Esto deriva de que el precio FOB (mercadería puesta en puerto) oficial rondaba ayer los u$s 340 por tonelada. Un 27,5% de retenciones (valor actual) supone un impuesto de u$s 93 por tonelada. Pero si sobre ese valor se aplican derechos de exportación de 32,5%, el impuesto se incrementa hasta los u$s 110 la tonelada, lo que implica, u$s 17 adicionales.
Con este gravamen, los exportadores pasarían a tener una capacidad de pago de u$s 221 por tonelada, es decir que la variación del aumento con respecto al precio del año pasado sería de 23% adicional, y no el 32% que se verifica con el nivel actual de retenciones. Esto sucede si el aumento del impuesto se traslada linealmente a la capacidad de pago de la exportación, un escenario posible pero no del todo probable si hubiera una alta demanda de soja, con muchos compromisos de exportación y poca disponibilidad interna.
En ese escenario, la molinería debería mejorar el precio pagado al productor, ya que todavía trabaja con margen positivo, empujando a la exportación a ofrecer más también. Según la Bolsa de Comercio de Rosario, el valor que puede pagar la molinería ronda los u$s 247 por tonelada. Es decir que tiene un margen de u$s 9 por tonelada. A pesar de que el escenario planteado es el peor, el aumento del costo de los insumos está hoy a la par de la suba de precios. Y cualquier pequeña variación en el impuesto, según explica Rossi, repercute fuertemente en el precio final pagado al productor.
Y los costos se incrementan en el caso de los campos arrendados, que suponen el 60% del área sojera, según informa CRA. El relevamiento destaca que los mayores incrementos se dieron en los fertilizantes, el glifosato (herbicida) y el laboreo, "directamente relacionado con el aumento del gasoil que hubo en el país".