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 Agroindustria
Regresar al Sumario Mayo / Junio 2013

Arrendar un campo ya no es un "gran negocio" y cada vez se rota menos

Los costos y la alta presión tributaria hacen que la mayoría de los agricultores apuesten sólo por la soja. Algunos grandes actores empiezan a retirarse.

Revista PRODUCCION: Arrendar un campo ya no es un  "gran negocio" y cada vez se rota menos
 

Tener un campo ya no es garantía de "salvación económica". Y es que lejos quedaron los tiempos en los que se decía que "campo que queda sin alquilar te lo sacan de la mano".
Más bien, hoy el mercado muestra grandes jugadores que se retiran, como la empresa El Tejar, que anunció que deja de rentar terrenos y sólo trabajará con los propios.
Puede que parezca intrascendente. Pero al analizar los números, se ve que esta decisión tiene implicancias mucho mayores de lo que parece: esta empresa que trabajaba en el Mercosur un total de 600 mil hectáreas y pasará a trabajar sólo 180 mil aproximadamente.
La ecuación económica del campo comenzó a deteriorarse cuando los dueños de la tierra comenzaron a exigir el 50% de la producción en concepto de alquiler, y simultáneamente, el Estado, a partir del año 2008 le imponía retenciones al campo. Ambos rubros suman el 66% de los costos. Es así que hay que ser muy eficiente para ganar dinero con tamaña presión tributaria y costo de alquiler. Y la tarea se presenta así casi como una "misión imposible".
Pero hay un detalle no menor: el dueño de la tierra, en concepto de alquiler, siempre pide el 50% de lo que rinde el campo haciendo soja, no importa si hace maíz u otro cultivo.
Esto desalienta claramente la rotación de cultivos, algo que termina resultando en una pérdida de nutrientes importantes para el dueño de la tierra, que en muchos casos no le interesa cuidar el suelo, y sólo va en busca de los billetes.
El Estado, con su política de autorizar las exportaciones y pedir anticipadamente las retenciones a los exportadores, termina cargando el costo de esta política al productor.
De esta forma, apostar por el maíz implica aceptar una quita de casi el 40% en el precio del producto sobre Chicago, y algo similar ocurre con el trigo. Este tipo de disposiciones desalientan el cultivo de estos productos. En el caso del trigo, se observa la producción más baja de los últimos cien años, y nada hace presumir que dicha tendencia se revierta. En el caso del maíz, su rinde y su precio lo hace todavía atractivo, pero las diferencias de áreas con la soja son manifiestas.
Mientras que en soja se cultivan 20 millones de hectáreas, en maíz apenas se llega a las 4,4 millones de hectáreas y en trigo 3,5 millones de hectáreas.
Es tan grave lo que ocurre con el trigo que la Argentina pierde a un gran cliente, como Brasil. En el futuro será difícil volver a conquistar este mercado: para vender hay que cumplir, y los molinos brasileños ya no confían en las disposiciones del gobierno argentino ni de los argentinos. Quien arrienda un campo tiene que invertir mucho dinero, en un negocio a cielo abierto, en donde el clima siempre tiene la última palabra.
En los últimos años los rindes no fueron los deseados, los gastos en estructura crecieron, producto de un escenario económico de alta inflación y un tipo de cambio que crecía a menor ritmo que los precios, lo que provocaba inflación en dólares.
Si bien la soja y el maíz, alcanzaron precios extraordinarios en el 2012, la baja observada en los últimos meses, la merma de rindes y el alto costo del dinero dejaron sin rentabilidad al sector del campo que arrienda.

Fuente: INTA Informa



Portada de la Edición correspondiente a esta nota Esta nota fue publicada en la página Nº 37 de la edición digital de la revista de Mayo / Junio 2013.
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