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 Opinión
Regresar al Sumario Julio / Agosto 2008

El gobierno tiene una visión cuarentista del campo

Entrevista: Rosendo Fraga

El analista político, Rosendo Fraga, desgrana la conflictiva relación entre el campo y la Casa Rosada y asegura que, como suele registrar la historia argentina, el Gobierno está más atento a la distribución de la riqueza que a su generación, porque prioriza el corto plazo.

Revista PRODUCCION: El gobierno tiene una visión cuarentista del campo
Rosendo Fraga. Director Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
 
Revista PRODUCCION: El gobierno tiene una visión cuarentista del campo
 

"La protesta del campo se constituyó en el primer límite político efectivo que enfrentó al kirchnerismo", asegura Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría. "El Gobierno tiene una visión cuarentista del campo, al estilo del primer Perón, donde el campo era la oligarquía ganadera y su renta debía financiar el desarrollo industrial", agrega. Para el analista político, "muchas cosas han cambiado desde entonces y esto no lo advierte el kirchnerismo, que insiste en volver hacia el pasado. Hoy el campo puede reunir a cientos de miles y hasta millones de personas, demostrando que tiene una amplia representación social", asegura.
¿Qué cambió en el mapa político de la Argentina desde que el 11 de marzo el ex ministro Martín Lousteau anunció el esquema de retenciones móviles? ¿El país ya no será el mismo?
El conflicto con el campo es la tercera crisis política que enfrentó el kirchnerismo: la primera fue la de Blumberg en 2004, y la segunda el triunfo del obispo Piña en Misiones, en 2006. La del agro tiene dos diferencias respecto a las dos primeras crisis. Una está en la economía: ahora la situación internacional no es tan favorable como en aquel entonces, y la inflación es la más alta en cinco años. La otra, es que en las dos oportunidades anteriores el gobierno, con habilidad política, evitó la confrontación y optó por desgastar al oponente en forma gradual. En cambio, ahora la estrategia ha sido la confrontación, buscando dividirlo. Por su alcance, la protesta del campo se constituyó en el primer límite político efectivo que enfrentó al kirchnerismo, en su sistemática acumulación de poder de los últimos cinco años.


¿Cómo evalúa la actuación del Gobierno en el conflicto?
En política, como en otros órdenes de la vida, las acciones se miden por sus resultados. La actitud confrontativa del Gobierno tuvo un efecto de provocación que endureció la protesta del agro y la extendió. Esta misma actitud se mantuvo durante la tregua. En mi opinión, el problema es que el Gobierno intentó dividir el frente del agro, antes que resolver el problema, sin darse cuenta que lo importante es lo segundo. Si el oficialismo logra que los cortes de ruta sean 200 en lugar de 400, el problema político sigue siendo el mismo.


¿Existe un prejuicio ideológico entre los Kirchner y el campo?
La actitud del Gobierno frente al agro tiene un ingrediente ideológico. El Gobierno tiene una visión cuarentista del campo, al estilo del primer Perón, donde el campo era la oligarquía ganadera y su renta debía financiar el desarrollo industrial. Muchas cosas han cambiado desde entonces y esto no lo advierte el kirchnerismo, que en éste, como en otros problemas, insiste en volver hacia el pasado.


¿Al Gobierno sólo le interesa el corto plazo?
En general, los gobiernos argentinos han estado más atentos a la distribución de la riqueza que a su generación, porque priorizan el corto plazo, como sucede hoy. Desde esta perspectiva, la administración Kirchner acentúa y exagera una tendencia general de la Argentina de las últimas décadas. Pero también es cierto que la población, al votar, tiende a premiar más la satisfacción de las necesidades de corto plazo que las del largo y éste es el problema. Invertir en subsidios suele dar más rédito electoral que mejorar la calidad de la educación.


La cadena agroindustrial genera el 35% de los empleos del país y un tercio de la población argentina vive en su zona de influencia. ¿Mucha gente no percibía que su suerte dependía del campo?
Una consecuencia de este conflicto es que por primera vez quienes viven de y en la cadena de valor agro-industrial, tomaron conciencia de pertenencia. El problema que enfrentaba el sector es que tres de cada cuatro empleos generados por ella no tenían esta conciencia. Por primera vez un camionero que transporta cereales, un trabajador de la industria frigorífica, un operario de una fábrica de maquinaria y un empleado municipal de una localidad rural, han tomado conciencia de que su bienestar depende de la rentabilidad del agro. Este fenómeno es nuevo y cabe a la dirigencia del sector advertirlo y encauzarlo.


¿Lo mismo puede decirse de los políticos del interior?
Ha sucedido lo mismo: por primera vez los gobernadores y legisladores de las provincias donde el Campo tiene peso, han advertido que su reelección puede depender del voto del agro y ésto ha comenzado a condicionar sus acciones. Creo que en este sentido, el conflicto Campo-Gobierno de este 2008 representa un antes y un después.


¿Cómo evalúa la actuación de los gobernadores en el conflicto?
Los gobernadores han percibido, por primera vez, que su posición frente a un reclamo del agro puede influir sobre su suerte electoral y por esta razón, algunos de ellos asumieron una postura crítica respecto al Gobierno, aunque también es cierto que después fueron pocos los que sostuvieron esta posición. Pero el gobernador de Santa Fe, el socialista Hermes Binner, ya venía cuestionando las retenciones y su distribución antes del conflicto que se precipitó en marzo. También hay que destacar que el gobernador justicialista de Córdoba, Juan Schiaretti, mantuvo su posición crítica, aunque el Ejecutivo suspendió el envío de fondos a su provincia y después fue excluido de la nueva conducción del peronismo.


¿Por qué se escucharon las cacerolas en Buenos Aires?
Los cacerolazos urbanos fueron más una crítica al estilo de ejercer el poder que los sectores medios consideran autoritario, antes que un cuestionamiento por el aumento de las retenciones. Ya las elecciones del año pasado mostraron que el oficialismo había perdido en los grandes centros urbanos y que Capital Federal fue el peor porcentaje de Cristina en todo el país, con sólo 25 por ciento. Pero también había perdido en Córdoba y Rosario. La actitud política confrontativa del Gobierno generó una inédita convergencia de la nueva clase media rural y la urbana.


¿Qué valor tiene la unidad que lograron las cuatro entidades del agro?
La unidad lograda por las cuatro entidades es un hecho político muy importante, que potenció y encauzó la protesta del agro. Sin esta unidad, el reclamo hubiera sido más anárquico, desordenado y peligroso. Pero el Gobierno no parece comprender esta cuestión y se empeñó en quebrar esta unidad, pensando erróneamente que así le sería más fácil dominar el conflicto.


¿Cuál podría ser una eficaz estrategia de reclamo que no ponga en contra a la sociedad urbana?
El Campo debe tomar conciencia que es el sector que hoy tiene mayor capacidad de movilización social, en un momento histórico en el cual ésta tiene un rol político importante. El Gobierno reunió 60.000 personas en su apoyo en la Plaza de Mayo, con las estructuras de intendentes del conurbano bonaerense, sindicatos, piqueteros y organizaciones de derechos humanos. Casi al mismo tiempo, en Gualeguaychú, se reunieron 35.000 productores en forma espontánea. Hoy el Campo puede convocar a un acto simultáneo en medio centenar de localidades para dar una expresión de reclamo y reunir cientos de miles y hasta millones de personas, demostrando que tiene una amplia representación social. Esta expresión puede llegar a tener más impacto político que los cortes de rutas, además de tener menos riesgos.


¿Cuál es el principal mensaje que debería comunicar el campo al resto de la sociedad?
En una convocatoria de tal magnitud, debería ser leído en todos los lugares al mismo tiempo una especie de preámbulo constitucional de la cadena agroindustrial. Allí deberían comunicarse los propósitos del sector de contribuir al crecimiento del país y al bienestar de todos los ciudadanos. Debe ser un manifiesto que señale cómo con una mayor producción habrá mejor calidad de vida para los argentinos, y que explique porqué el Campo significa más empleo y adelanto tecnológico. El mensaje debe subrayar que el futuro de la Argentina como país, está ligado a la proyección y desarrollo del agro.

Por Carlos Grondona, Periodista
Fuente: Revista Anales de la Sociedad Rural Argentina, Año CXLI, Nº 2, Junio de 2008

Esta nota fue publicada en las páginas Nº 28 y 29 de la edición digital de la revista de Julio / Agosto 2008.







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