Para agregar valor a las verduras que se producían de manera agroecológica se encontró un secadero que funciona con energía renovable, una alternativa sustentable para aprovechar los excedentes de la huerta. Silvina García, ingeniera en alimentos, dijo que "la idea era tener una tecnología adaptable al productor para procesar los excedentes de la huerta". Acelga, perejil, orégano, cebolla de verdeo y de cabeza, puerro y hierbas medicinales eran algunos de los productos que se comercializaban frescos. "Lo que sobraba, se perdía y ahora, con esto, aprovechamos todo", explicó Lidia Verner. Así se obtiene una ganancia cercana al 50%, sin considerar las pérdidas que evitan al no desechar el remanente. El secadero es un pequeño recinto cerrado con una placa solar absorbente en el sector posterior, aprovechando la inclinación natural del terreno. A su vez posee un horno para biomasa, que es una cavidad en la parte inferior de la estructura. Sobre esta fuente de calor, una capa de piedras actúa como acumulador térmico, de modo tal que la temperatura se mantenga por un tiempo prolongado. Mediante unas aberturas en la parte inferior, el aire ingresa y, al pasar por las piedras calientes, aumenta su temperatura, asciende, entra a la cabina de secado entre las bandejas y sale húmedo por la chimenea metálica. Para conducir los gases de la combustión de la biomasa al exterior, una chimenea metálica atraviesa el secadero por el centro. Las bandejas de secado se disponen una encima de la otra, a ambos lados. Por convección natural, el calor se eleva y las atraviesa, arrastrando la humedad de los productos, que sale a través de otra chimenea.
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