Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA


BRUCELOSIS CAPRINA EN EL NOROESTE ARGENTINO

Transcurrido poco más de un siglo desde que Bruce reconociera a la Brucella melitensis como el agente causal de la FIebre de Malta en el hombre, la brucelosis caprina representa todavía un problema sanitario relevante para esa explotación, así como un considerable riesgo para la salud públicva en su carácter de enfermedad zoonótica.
El interés surgido en la producción caprina (lechera en particular) durante los últimos años despierta una demanda creciente de información sobre aspectos relativos a la propagación, diagnóstico y control de esta enfermedad, fuertemente incorporada al acervo cultural regional. Desde antaño el noroeste argentino (NOA) es considerado como el área con más alta presencia de B. melitensis, a raíz de la mayor importancia relativa de una ganadería caprina primitiva, con bajo grado de adopción tecnológica.
El primer aislamiento de B. melitensis en Argentina data de 1930. Desde entonces se efectuaron numerosos estudios de la enfermedad en el país. Para el NOA, uno de los primeros corresponde a Camberos y Colina (1977), quienes evaluaron serológicamente a 241 caprinos de Catamarca, Tucumán y Salta, en el área de Valles Calchaquíes, y a 63 caprinos del departamento de Santa Victoria, también de Salta, sin encontrar reactores positivos. Con posterioridad, Condron y otros (1980) investigaron 1663 cabras de 37 rebaños del departamento salteño de Rivadavia, registrando una prevalencia individual de 14,9%, y de 70% para los rebaños.
En Catamarca se realizaron tres estudios serológicos de importancia en los departamentos de La Paz (Späth y otros, 1979), Tinogasta y Pomán (Iglesias Casal, 1990). En el primero, se evaluaron 1200 caprinos de 39 majadas, detectándose una prevalencia individual de 3,2%, y de 25% para las majadas. En Tinogasta, Iglesias Casal encontró resultados similares después de examinar 1089 cabras de 36 rebaños, con una prevalencia individual de 2,9%, y de 33,3% para los rebaños. En Pomán, en cambio, el mismo autor obtuvo resultados más próximos a los registrados en el Chaco salteño. Tras evaluar 3591 cabras de 94 rebaños, halló una prevalencia individual de 11,7% y de 72,3% para los rebaños. Tanto en Salta como en Catamarca se consiguió aislar B. melitensis biotipo 1 de muestras de leche (Condron y otros, 1980), así como de hisopados vaginales de cabras (Späth y otros, 1979; Condron y otros, 1980).
En ciertas áreas de Santiago del Estero, en cambio, la infección pareciera estar ausente. Decaminada y otros (1995) no detectaron seroreactores luego de examinar a 800 caprinos lecheros de 24 majadas de Forres, en el departamento Robles de esa provincia. Esta información es coincidente, por otro lado, con datos inéditos de análisis serológicos previos en rebaños de esa zona (P. Frere, comunicación personal).
La información disponible revela niveles variables de prevalencia de la brucelosis en las distintas áreas de cría caprina de la región. Los datos de los Valles Calchaquíes (Camberos y Colina, 1977) y de Santiago del Estero (Decaminada y otros, 1955) no avalan la opinión muy difundida de que la enfermedad es altamente prevalente en todo el NOA. Sin embargo, los resultados de Condron y otros (1980), Späth y otros (1979) e Iglesias Casal (1990) subrayan la magnitud que la infección adquiere en varias zonas de Salta y Catamarca. De todos modos, serían necesarios más estudios para concluir la caracterización epidemiológica de la región. Afortunadamente, se cuenta todavía en ella con la capacidad técnica, si no económica, para desarrollarlos.
En zonas endémicas primarias, como el Chaco salteño, se intentó tiempo atrás un programa profiláctico de la enfermedad mediante la inmunización de los caprinos, en una campaña con escasos antecedentes en el país. Entre 1987 y 1991 se vacunó con la cepa Rev 1 de B. melitensis atenuada (provista por el entonces Centro Panamericano de Zoonosis) a 27.414 caprinos del departamento de Rivadavia, en el área comprendida entre la ruta provincial Nº 81 y el río Bermejo (E. Benítez, comunicación personal). El impacto de este programa sobre la prevalencia de la infección no pudo evaluarse posteriormente.
En los habitantes de las distintas zonas estudiadas la prevalencia de la infección encuentra correlación con los niveles observados en las respectivas poblaciones caprinas. En Salta, un estudio precursor fue el ya citado de Camberos y Colina (1977), quienes examinaron sueros de 1372 varones (presuntamente nacidos en 1955), encontrando una prevalencia del 0,9%. De los trece reactores positivos, diez vivían en el noroeste de la provincia y dos se habían criado en el departamento de Rivadavia. En el trabajo también mencionado de Condron y otros (1980) se evaluaron 252 individuos mayores de 14 años del departamento Rivadavia, hallándose una prevalencia del 17,1%. Por último, Echaide y Häbich (1989) investigaron dos grupos de 3823 y 2156 varones nacidos en 1967 y 1968, residentes en la provincia, en los que determinaron una prevalencia global de 0,2% y de 0,4%, respectivamente. Sin embargo, de los 18 seroreactores detectados en este estudio (nueve para cada año), siete provenían de Rivadavia, lo que implicó para este departamento prevalencias del 4,4% y 3,4%, respectivamente.
En Catamarca, el trabajo de Späth y otros (1979) arrojó una prevalencia del 7,4% en 94 pobladores examinados del departamento La Paz. Por su parte, Iglesias Casal (1990) halló una prevalencia muy similar (7,6%) en el departamento Pomán de esa provincia tras revelar a 184 personas. Finalmente, Decaminada y otros (1995) no consiguieron detectar la infección en 48 productores de caprinos lecheros del departamento Robles de Santiago del Estero.
En las encuestas que evaluaron la infección humana se logró comprobar que la mayoría de los seroreactores estaban asociados con caprinos, sea por contacto habitual con majadas o por consumo de leche o queso de cabra. Estas evidencias involucraron casi exclusivamente a los caprinos como fuente de la zoonosis, si bien las infecciones de otro origen (bovino o porcino) no pudieron excluírse por completo (Späth y otros, 1979; Condron y otros, 1980; Echaide y Häbich, 1989; Iglesias Casal, 1990).
En el resto del país, la brucelosis de origen caprino mantiene una casuística sostenida, con algunos otros brotes originados en infecciones derivadas del NOA. Wallach y otros (1994) comunicaron recientemente un brote que implicó a nueve de 14 miembros de una familia de Buenos Aires que habían ingerido queso de cabra procedente de Catamarca. En siete de los enfermos se obtuvieron hemocultivos positivos a B. melitensis biotipo 1.
Por otra parte, González Tomé y otros (1995) informaron acerca de un brote que afectó a 25 personas vinculadas a una explotación de 2200 caprinos para carne de la provincia de Mendoza. La elevada tasa de abortos (26%) y alta prevalencia (68,5%) registrada en los animales condujo al sacrificio de todo el rebaño mediante rifle sanitario.
La brucelosis caprina plantea, en resumen, una doble problemática: económica y sanitaria. Desde el punto de vista económico es un factor adverso para esa explotación, porque incide negativamente en la productividad de los caprinos y en la calidad higiénico-sanitaria de sus derivados. Desde la óptica de la salud pública constituye una infección de adquisición relativamente fácil, que produce incapacidad y disminución del rendimiento en las personas afectadas. La enfermedad no se transmite habitualmente entre los humanos, por lo que su profilaxis se reduce a la identificación y eliminación de los animales infectados. Estas medidas, basadas en técnicas diagnósticas disponibles, y complementadas con pautas higiénicas que coadyuven a evitar la dispersión de la infección, resultan efectivas para el control de la brucelosis caprina.

Med. Vet. Daniel H. Aguirre INTA - E.E.A. Salta






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