Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




Entrevista:
El sector agrícola del noa triplicará
su producción en los próximos 10 años

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"El sector agrícola del NOA triplicará su producción en los próximos 10 años", así lo indicó el director regional del INTA, Jorge Morandi, a la vez que aplaudió la labor y el compromiso del hombre de campo para seguir invirtiendo en la tierra.
Durante casi medio siglo -en diciembre cumple 50 años de su creación- el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) ha demostrado, con creces, que es el organismo del Estado que más aportó -y aporta- para asegurar la competitividad del sector agropecuario, tecnificar el campo y mejorar la empresa agraria, siempre dentro de un marco de sustentabilidad ecológica y social.
Este instituto, descentralizado de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos (SAGPyA), está presente en toda la geografía del país a través de tres centros de investigación y quince centros regionales, con Estaciones Experimentales y Unidades de Extensión, tratando en todo momento de impulsar el desarrollo de la investigación y la extensión agropecuaria, y con los beneficios de estas funciones, tecnificar la producción rural.
Dada la importancia de este organismo, PRODUCCIÓN entendió que era necesario conocer como viene trabajando la entidad en el Noroeste argentino y que mejor que hablar con el director del Centro Regional del INTA Tucumán-Santiago del Estero, Ingeniero Jorge Morandi, quién accedió gustoso a responder todas nuestras consultas, dejando en claro a simple vista su compromiso y trabajo en pos del crecimiento del sector agrícola del NOA.

¿Cómo está trabajando el INTA en la región en estos tiempos en que el campo muestra mayor necesidad de desarrollo?
El INTA está pasando por un muy buen momento no sólo porque cumple 50 años sino por que la coyuntura política y las tendencias de desarrollo agropecuario a nivel nacional son muy positivas, y de alguna manera el Gobierno viene acompañando este proceso de crecimiento y reactivación del sector con la asignación de mejores presupuestos para las entidades que trabajan en el campo. Dentro de esas actividades y por el rol que cumple el INTA en función de la investigación y transferencia de tecnología, está teniendo este año un muy buen presupuesto para funcionar.

Se habla de llevar adelante proyectos de desarrollo de investigación en las distintas zonas de la región...
Estamos terminando en estos momentos un proceso de planificación que se inició el año pasado, y que lo culminamos en abril último con la organización de seis talleres territoriales, en distintos puntos del área de influencia de nuestro centro regional. En Tucumán se llevaron a cabo 4 de esos talleres (Trancas, Amaicha del Valle, Lules y Aguilares), más otros 2 que tuvieron lugar en Santiago del Estero. De estos talleres surgieron las principales líneas de acción y las actividades de nuestros seis proyectos regionales que comenzarán a ejecutarse a partir del segundo semestre del año en curso, previa aprobación de los mismos. Los proyectos contienen una serie de actividades de investigación, extensión, vinculación tecnológica y experimentación, vinculadas con las distintas cadenas productivas que hay en estos territorios antes mencionados y, lo interesante de todo, es que la mayoría de las actividades se realizarán en forma social, con productores, cooperativas, municipios y entidades vinculadas al agro.

Desde su punto de vista, ¿el campo tucumano y del NOA ha crecido en los últimos cuatro años?
Hay algunos indicadores muy importantes y estimulantes en cuanto al desarrollo del agro tucumano. Fuera de las producciones tradicionales de la provincia y que ya conocemos su buen desempeño como el limón y la caña de azúcar, con este último viviendo momentos más estables y más tranquilos que el mercado citrícola, que tiene más oscilaciones y originan algún tipo de turbulencia en la actividad, también está el sector de granos, que en la provincia se ha posicionado como una actividad importante, principalmente en lo que hace la soja. A la par de todo, están apareciendo en la provincia una serie de alternativas productivas que pueden tener muy buen futuro, tanto en el mercado interno como en la exportación, como el caso del arándano que se hace en la zona del pedemonte, o la producción porcina que está más ligada a la llanura del Este. Por otra parte, tenemos producciones diferenciadas que tienen muy buen desempeño, como los frutales en Trancas o ciertas hortalizas en los valles.
Ahora bien, con la implementación con algunos programas de riego tecnificado por parte de la provincia, se abren nuevas oportunidades para el desarrollo de estos productos, principalmente en Tafí del Valle y Lules, y en el futuro también en otras áreas de la provincia.

Se puede decir que es un momento positivo para el desarrollo del campo.
Creo que sí, pero hay que ver al sector empresario cómo responde a esta coyuntura. Hace falta mucha inversión en el sector agropecuario, porque si bien es cierto que hay tendencia favorable en los mercados, para estar en ellos con oportunidad hace falta calidad, tecnificarse e invertir. Por suerte estamos viendo con cierta satisfacción que hay buena predisposición de los productores de la región para invertir en el desarrollo agropecuario de la provincia y eso nos genera el nuevo desafío de acompañar estos procesos de desarrollo rural.

En Santiago del Estero ocurre algo parecido...
En Santiago, en los últimos 8 años, se ha duplicado la superficie cultivada con granos. Esto significa que se generan dos secuencias a partir de este hecho: 1) por un lado el desafío de producir y dar a la ciudadanía el beneficio y bienestar de contar con este valor que se crea; y 2) se crea el compromiso a nivel del gobierno provincial como de los organismos que trabajamos en ciencias y tecnología de hacer que estos emprendimientos sean sustentables, de que no dañen el medioambiente ni destruya la biodiversidad que tiene el monte chaqueño que es una de las reservas de la biosfera más importante del mundo. Entonces, este tipo de cuestiones también representa un desafío y por eso estamos trabajando no sólo con el mejoramiento de la productividad de los cultivos son también con la definición de los indicadores de sustentabilidad, para que el suelo no se degrade, el agua no se pierda y la biodiversidad no se perjudique. Esos son nuestros desafíos en la vecina provincia.

Se observa un fuerte desarrollo de actividades agroindustriales en Santiago, ¿El INTA, cómo apoya estos emprendimientos?
El INTA apoya e intenta acompañar el desarrollo de las cadenas agroalimentarias de grano, algodón, caprinos, vacunos y, fundamentalmente, ponemos énfasis en los recursos naturales y en la gestión ambiental del territorio. Nuestro desafío también pasa por darle valor agregado a los productos primarios del campo. Si bien no estamos especializados en los temas de agroindustria rural o transformación de productos, tanto en Tucumán como en Santiago del Estero hemos comenzado a incursionar en algunas áreas como en el sector apícola. Tenemos en estos momentos en Famaillá un laboratorio de calidad que es referente a nivel nacional y por eso hoy estamos buscando articular tareas con el INTI y el INESCO, para ampliar el apoyo al desarrollo de tecnología apropiada para el tema del deshidratado de hortalizas en la zona de Tafí del Valle y Trancas, o en la producción de semillas hortícolas.
Somos concientes de que hay una serie de productos a los cuales se les puede dar valor agregado a través de la transformación, lo que hará que los productores mejoren sus ingresos y que las provincias ofrezcan al mercado productos diferenciados con la característica propia de cada zona o región.

Hay una experiencia muy loable en ese sentido en Santiago.
Sí, por ejemplo allá hay ocho grupos de productores trabajando y capacitándose en el tema de curtido de cuero de cabra y producción de utensillos artesanales derivados del cuero.
Al investigar las posibilidades siempre aparecen nuevas alternativas de transformación y de valor agregado que nosotros, en lo posible, queremos acompañar, por lo menos con un apoyo en lo que respecta a la capacitación y asistencia técnica.

También la ganadería está recibiendo apoyo de parte del INTA.
Así es. Tradicionalmente el Noroeste argentino fue zona destinada a la cría, y en este momento que vive la ganadería del país, creo que el NOA puede ser la fábrica de terneros que abastezca de vientres a todo el territorio nacional, contribuyendo con el desarrollo de este sector. Creo que la actividad no debe quedarse sólo en la cría. Hay muchas localidades de la región que pueden posicionarse fuertemente como zona de invernada, para ofrecer al mercado ya el producto terminado. Si bien es cierto que hay que reforzar aquellas tecnologías que tiendan a una mayor producción de terneros, y cada vez de mayor calidad como zona de cría, también nos tenemos que posicionar como región en lo que hace a invernada para poder agregar valor y ofrecer al mercado productos terminados.
Creo que la nueva visión de la ganadería en el NOA tendría que integrar todas las fases de la actividad y no quedarnos en la etapa de criadores.

Usted nació en la provincia de Córdoba y estuvo muchos años en La Pampa Húmeda. ¿Quisiera saber cómo calificaría al productor agropecuario del noroeste argentino?
Si bien es cierto que provengo de la provincia de Córdoba no he desarrollado mi actividad profesional allí, de manera que no podría hacer algún tipo de comparación. Pero sí le puedo decir que he visto en los últimos años -vengo trabajando en la región desde hace 10 años- un despertar, una reactivación, un nuevo interés por todo lo agropecuario, por lo productivo, y se ve claramente que el sector empresarial comienza a responder, sobre todo las PyMEs que se están animando a sacar créditos, a invertir y eso es un signo muy positivo sobre todo porque este sector, cuando tiene medianamente buenas condiciones para su desarrollo, arriesga y se juega por la provincia y la producción. Veo con mucha satisfacción que este proceso se esté fortaleciendo.

El sector está llamado a ser el que produzca el desarrollo de las provincias del NOA.
De hecho la región tiene una base preponderantemente agropecuaria en cuanto a su desarrollo económico, pero indudablemente esa producción se hace actualmente con un bajo valor agregado. Creo que la región en un plazo de 10 años podría triplicar perfectamente el valor agregado de su producción agropecuaria, aunque para lograrlo implica hacer inversiones, incorporar tecnología, capacitar y formar recursos humanos, temas que están pendientes aún en la región. En la medida que los gobiernos provinciales acompañen este proceso de recuperación productiva con políticas públicas destinadas a formar recursos humanos, generar infraestructura y apoyar la logística de las distintas cadenas en el territorio, no tengo dudas de que el campo generará la mayor riqueza de estas provincias. No hay que olvidar que el valor de la producción agropecuaria de la región tiene todavía un margen grande para crecer.¤


Por Fabián Seidán,
de Producción


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