Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




Economía:
Diagnóstico y propuestas de negocios para el agro

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INTRODUCCIÓN
Hablar actualmente de nuevas propuestas de negocio para el agro argentino es hablar de cadenas de valor; y esto a su vez implica tocar temas tales como estrategia y competitividad, dado que se trata de conceptos íntimamente asociados. Todo esto a su vez obliga a realizar adecuados diagnósticos, como paso inicial.

DIAGNÓSTICO (detallado)
POBLACIÓN Y AGRICULTURA

El mundo cuenta con 6.000 millones de personas. De ese total, 2.600 millones constituyen la población económicamente activa. La mitad de esa cifra, vale decir 1.300 millones, son personas dedicadas a la agricultura. La agricultura es, por lejos, la primer actividad económica mundial, si se la mide por la cantidad de personas implicadas. Obviamente en los países desarrollados ese porcentaje es muy bajo, menos de 1-2 % en casi todos los casos; en tanto que en los países más pobres supera el 70 %.
Se asiste en los EE.UU. a un proceso de concentración de la producción primaria, que lejos de detenerse, ha continuado. Hacia fines de la Segunda Guerra Mundial el número de productores agropecuarios era superior a los 5 millones. Hacia los inicios de la década del '90, ese número había disminuido a 2 millones aproximadamente. En los inicios de la Segunda Guerra Mundial el 40 % de la población norteamericana estaba involucrada de alguna manera con el campo; actualmente esa proporción ha disminuido a 1,5 %. En el año 1994 el 4 % de los productores generaba el 40 % de la producción; en tanto que el dato de 1999 indica que el 3,6 % produce el 56,5 % del volumen. Es importante acotar que se trata de los llamados "supergranjeros", vale decir empresas familiares de productores, sin que sea relevante hasta ahora la participación de corporaciones, inversores o alguna otra figura.

En la UNIÓN EUROPEA (UE) se estaría iniciando un cambio muy significativo en la política de subsidios, pues se estaría migrando de una política de ayuda a la producción hacia una de ayuda por unidad de superficie o por agricultor. De ser así, la ayuda recibida por cada agricultor y cada región no dependerá de la cantidad producida, quitando de este modo los actuales estímulos dirigidos a hacer crecer forzadamente el volumen producido. En simultáneo con esto, la UE registra un incremento importante en la edad promedio de sus 7,5 millones de agricultores. En la actualidad una proporción significativa cuenta con más de 55 años. Es razonable esperar que este factor incida en el mismo sentido que el cambio en la política de subsidios ya citado; lo cual obviamente es positivo para nuestro país en particular y para el comercio internacional de productos primarios en general.

SUBSIDIOS (PSE) POR PAÍSES O BLOQUES (*)
 199719981999
UNIÓN EUROPEAU$S 124.965U$S 135.570U$S 125.873
EE.UU.U$S   71.628U$S   88.150U$S   96.530
JAPÓNU$S   65.899U$S   66.408U$S   71.442
COREA DEL SURU$S   25.855U$S   15.692U$S   22.346
OtrosU$S   40.415U$S   46.238U$S   45.302
Total OCDEU$S 328.762U$S 352.058U$S 361.493
(*) en millones de U$S
En cuanto a la ARGENTINA, puede estimarse que la cantidad de productores es al menos 20 % menor que la de hace una década. Esto significa que no menos de 60.000 personas y sus familias ya no pertenecen a la actividad.
Los aranceles promedio de importación sobre los productos manufacturados cayeron del 40 % al 4 % en la segunda mitad del siglo 20. Esta apertura de las fronteras permitió que el volumen del comercio industrial creciese 17 veces en el mismo período, y contribuyó sustancialmente para un aumento de 6 veces en el PBI mundial. Por su parte, el aumento en la producción global se tradujo en una duplicación de la renta per cápita a nivel mundial.
Contrastando este escenario, el crecimiento del comercio de productos de la agricultura en el mismo período fue mucho más modesto, multiplicándose sólo por 6 (recordemos, los manufacturados por 17). Esto explica la caída de la importancia de la agricultura en relación a otros sectores, y la mayor tendencia de la producción agrícola a ser consumida en donde se produce. Los aranceles promedio de importación, del 40 %, todavía están en el mismo nivel que los aranceles de importación sobre productos industrializados de 50 años atrás.
Se presenta una marcada recesión mundial. Por primera vez en años hay recesión en simultáneo en EE.UU., Japón y la U.E. Por primera vez en 2 décadas el PBI de la OCDE decreció en lugar de crecer. Las tasas de interés son las más bajas de los últimos 40 años.
Existen importantes cambios a nivel mundial, tanto en el marco normativo como en nuevos enfoques. Ejemplos de ellos son el Protocolo de Cartagena, los cambios en Códex Alimentarius, algunos nuevos enfoques sobre subsidios, etc.

ALGUNOS DE LOS SUBSIDIOS DE MAYOR MONTO, CLASIFICADOS POR RUBRO PRODUCTIVO (*)
 199719981999
LácteosU$S   43.470U$S   51.988U$S  50.175
Arroz (**)U$S   27.145U$S   22.179U$S  28.757
Carne bovinaU$S   27.487U$S   27.253U$S  26.540
Carne de cerdoU$S     7.134U$S     6.554U$S    7.757
Carne de polloU$S     3.902U$S     3.068U$S    5.066
(*) en millones de U$S
(**) Obviamente estos montos son destinados a agricultores de JAPÓN y COREA.
En montos por bloque o país, la UNIÓN EUROPEA continúa siendo la primera. Pero si se analiza el monto recibido por productor, EE.UU. entrega mucha más ayuda, siendo en promedio de unos U$S 48.000 anuales para cada uno de sus 2 millones de agricultores, según los números del año 1999. En el mismo año, la UE entregó en promedio unos U$S 16.500 a cada uno de sus 7,5 millones de agricultores. Asimismo, EE.UU. es el país en donde más crecieron los subsidios agrícolas en los últimos años, pasando de U$S 71,6 mil millones en 1997 a U$S 96,5 mil millones en 1999, lo que representa un aumento de un 34,7 % en ese período. (*)
[(*) Existen varias discrepancias sobre el monto de ayuda promedio por cada agricultor norteamericano. No hay unanimidad sobre la cantidad de beneficiados. Existen muchas publicaciones, entre ellas varias de la OCDE, que afirman que la ayuda anual es de U$S 21.000 por cada agricultor norteamericano. No obstante, para una ayuda de U$S 96.000 millones, esto supondría una cifra de unos 4,5 millones de beneficiados, lo cual parece excesivo. Asimismo, lo que sí es claro es lo injusto de los montos recibidos en muchos casos. Así, por ejemplo, el basquetbolista SCOTIE PIPPEN, el multimillonario TED TURNER o la petrolera CHEVRON reciben cifras que superan los U$S 100.000 anuales en cada caso. --------]

NUESTRA INSERCIÓN EN EL MUNDO
La inserción de nuestro país en el mundo ha progresado muy poco en la última década. Continuamos con exportaciones de bienes primarios, luego de una década de profundos cambios macroeconómicos. Seguimos interviniendo en 0,4 % del comercio mundial, por lo que no tenemos peso a nivel global. Nuestro intercambio con el mundo es de sólo U$S 50.000 millones anuales, sobre un comercio global de U$S 12,5 billones. (*)
[(*) billones como lo entendemos los latinos, vale decir millones de millones. Debe distinguirse del uso de la palabra billón en el mundo sajón, que significa miles de millones; vale decir 1.000 veces menos-----------------------------------------------------------------------------]

La mayoría de nuestros bienes exportables no tienen marca, tienen poco valor agregado e incluso siguen teniendo un insumo básico importado. ARCOR y TECHINT probablemente sean las únicas excepciones a estas falencias, en lo que a grandes empresas se refiere (tal vez IMPSA en algunas regiones asiáticas), a las que se estaba sumando PECOM con su nueva marca a escala mundial, que ya no pertenece al empresariado nacional.
Nuestro país ha estado exportando sólo el 8 % del producto bruto interno (PBI) aproximadamente, lo cual es una performance muy pobre, Con el escenario post devaluación exportamos un 15 % del PBI, lo cual es aún así la mitad de la cifra que debemos alcanzar. Los organismos multilaterales de crédito, las calificadoras de riesgo y los fondos de inversión observan muy de cerca la relación entre deuda pública y exportaciones. La mayoría de los países asiáticos tiene una deuda pública equivalente a 4 ó 5 meses de exportaciones. En el caso de CHILE, equivale a 8 meses. En nuestro país la deuda es equivalente a más de 50 ó 60 meses de exportaciones.

DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA DE LA RIQUEZA. DEMOGRAFÍA
Nos caracterizamos por una enorme disparidad global del ingreso per cápita y de indicadores sociales básicos del tipo mortandad infantil.
Existen discrepancias en algunas mediciones. Pese a ello, se puede decir por ejemplo, que la CAPITAL FEDERAL tenía un ingreso per cápita de U$S 25.000 previo a la devaluación (post devaluación se ubica aproximadamente en U$S 17.900). La cifra previa a la devaluación es similar al ingreso de FRANCIA; contra el de FORMOSA que es menor a U$S 1.500 y el del CHACO, menor aún. Existen amplias zonas de esas y otras provincias, con ingresos per cápita significativamente menores a U$S 1.000 / año. La relación es 12-15 a 1 ó más comparando la CAPITAL FEDERAL con provincias pobres; mientras que en los EE.UU. la misma relación entre el estado más rico, CALIFORNIA, y el más pobre, LOUISIANA, es 3 a 1 ó 4 a 1 según los años. CALIFORNIA en sus años muy buenos alcanza un PBI per capita de U$S 80.000, que ni siquiera en ese caso supera al doble del promedio nacional. Aquí, la CAPITAL FEDERAL supera en más del triple al promedio nacional.
Algo similar ocurre con la mortandad infantil, en donde los promedios tienen muy poco sentido, dada la disparidad regional. Los promedios tampoco son confiables dado el arancelamiento vigente para la obtención del documento nacional de identidad (DNI), que junto con la pobreza han determinado la existencia de aproximadamente 800 mil indocumentados en el país. No debe interpretarse con esto que los gobiernos oculten los indicadores sociales de los indocumentados. De hecho, en los censos y en las encuestas permanentes de hogares no se pregunta si el censado tiene o no documento, y los datos obtenidos se incorporan al margen de esa circunstancia. Pero sin duda el Estado podría planificar mucho mejor las distintas ayudas si toda la población estuviera incorporada a eficaces bases de datos y documentaciones.
Existen zonas con índices de mortandad infantil que superan la cifra de 300 / mil (muertes de niños menores de 5 años por cada 1.000 nacidos vivos), valor similar a los sectores más pobres de ÁFRICA. El promedio nacional actual, 25 / mil, no debe conformarnos. Actualmente somos superados por otros países de AMÉRICA LATINA.

Para quienes prefieren comparaciones que no utilicen a los extremos, hay varios ejemplos que permiten comparar a ROSARIO con la CAPITAL FEDERAL. La Facultad de Agronomía de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y la de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) tienen similar cantidad de alumnos y similar cantidad de profesores. Sin embargo, la de la UBA tiene casi 10 veces más presupuesto. La ciudad de ROSARIO tiene 17 mil hectáreas y casi 1 millón de habitantes. La CAPITAL FEDERAL tiene la misma superficie y cuenta con aproximadamente 3 millones de habitantes. Presupuestos: ROSARIO, menos de $ 250 millones; CAPITAL FEDERAL, aproximadamente de $ 3.000 millones.
En lo que atañe a nuestra situación demográfica, estadísticas del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) nos señalan que en 1980 había 19 localidades con 100 mil habitantes o más. En 1991 esas localidades eran ya 26, en tanto que el número de habitantes residentes en ellas había aumentado casi 37 %. Esto se aceleró muchísimo con posterioridad a esa fecha. Asimismo, el pronóstico de este Instituto prevé una fuerte caída de la población rural la que de los actuales 4,2 millones pasaría a 3,3 millones en el 2025. Hasta el momento no se ha registrado ningún debate serio que analice si eso es bueno o es malo para el país.
Existe incertidumbre y falta de liderazgo. Hay debilidad en las instituciones y profusión de normas -más de 40 mil disposiciones legales si se suman leyes, decretos, reglamentaciones, etc; tal vez 4 veces más que lo deseable-.
Crece la pobreza, la indigencia y la desnutrición; es elevada mortandad infantil.
Al menos contamos con 700 mil menores de 25 años no trabajan ni estudian.

IMPORTANCIA DEL SECTOR AGROPECUARIO
Nuestro sector agropecuario fue, es y seguirá siendo de enorme importancia dentro de la economía nacional.
Aproximadamente un 60 % de nuestras exportaciones tienen su origen en el sector primario. Nuestro sector agroalimentario registra exportaciones del orden de los U$S 9.000 millones, con grandes posibilidades de crecimiento. Los productos primarios, U$S 7.000 millones y los procesados por la industria, los U$S 9.000 millones recién citados, totalizan en conjunto un monto exportado de unos U$S 16.000 millones; registrando una tasa de crecimiento de 7,5 % anual en la última década.
El agro es un importante generador de mano de obra. Trabajan en el sector primario 1,3 millones de personas, lo que representa un 10,5 % para una población activa de 12,4 millones de personas. El agro participa en un 5-6 % del producto, vale decir que genera empleo en mayor proporción que su participación. El agro aporta el 12,8 % de los empleos privados, número al que se llega luego de restar la masa de empleo público (2,2 millones de personas).
Del total de la población ocupada, un 30 % depende del complejo agroalimentario (o un 35-36 % si se excluye el empleo público). Se llega a esta conclusión sumando 1,3 millones de personas que trabajan en el sector primario, 1,1 millones que lo hacen en la agroindustria y 1,2 millones del sector servicios. Esta última cifra se obtiene ponderando la incidencia del complejo agroalimentario en la generación del total de servicios que se prestan en el país. Debería agregarse una serie muy significativa de puestos en poblaciones del interior, que sólo están justificadas a partir de la presencia del complejo.
En 15 provincias argentinas el sector agropecuario por sí mismo, sin la industria alimentaria, ocupa a más del 20 % de la población activa. En 7 de esas 15 es la principal fuente de empleo.
Es interesante el análisis regional, quitando o desagregando el empleo de la CAPITAL FEDERAL y BUENOS AIRES. Así se concluye que el sector agropecuario por sí mismo genera el 18-20 % del empleo privado del interior del país, a lo cual se le deben sumar la agroindustria y los servicios.

APORTES DEL SECTOR HACIA EL RESTO DE LA ECONOMÍA
Aporte histórico
El monto aportado por el sector en materia de retenciones a las exportaciones durante aproximadamente 4 décadas ascendería a U$S 350 - 400.000 millones, duplicando el PBI de un año en la valoración post devaluación. Esto representa el trabajo de una generación completa.

Aporte actual
Conviene recordar que en mayo de 2000 la Secretaría de Agricultura (SAGPYA) presentó un análisis sobre la riqueza neta transferida desde el sector agropecuario y desde la industria alimentaria, tomando como base el esquema impositivo vigente a diciembre de 1999. El sector agropecuario aportaba a ese momento una transferencia neta anual de U$S 3.208 millones, de acuerdo con ese estudio encargado por la propia administración nacional.
Una reflexión relacionada con este punto está referida a la poco feliz actuación de las entidades gremiales. En efecto, las entidades gremiales más importantes felicitaron al Estado por el trabajo, pero en ningún caso mostraron autocrítica, puesto que nunca reconocieron que ellas deberían haber encargado el trabajo para defender los intereses legítimos de sus representados. Ninguna sociedad rural de base, cooperativa de primer grado, u otra organización similar debe sentirse aludida por este comentario, dado lo costoso y complejo del análisis encomendado. Pero en cambio la crítica sí es aplicable a las 4 entidades gremiales de mayor influencia en el país, la SOCIEDAD RURAL ARGENTINA (SRA), la CONFEDERACIÓN INTERCOOPERATIVA AGROPECUARIA (CONINAGRO), la FEDERACIÓN AGRARIA ARGENTINA (FAA) y CONFEDERACIONES RURALES ARGENTINAS (CRA).

Del total de U$S 3.208 millones ya citados, U$S 901 millones corresponden a IVA no descargado, U$S 178 millones a impuestos en los insumos y el resto, vale decir U$S 2.129 millones a la política comercial (aranceles y cupos de importación fundamentalmente).
En conjunto, el agro y la agroindustria, transfieren U$S 5.032 millones. De ese total, el agro aporta los U$S 3.208 millones ya mencionados antes. El principal beneficiario de estas transferencias es el sector automotriz, dado que la industria automotriz recibe U$S 1.105 millones y el sector de autopartes U$S 602 millones. Esto representa un 33,9 % de los U$S 5.032 millones, siempre según las cifras basadas en el esquema impositivo vigente a diciembre de 1999.
Un análisis integral seguramente hubiera arrojado que buena parte del supuesto beneficio recibido por la industria automotriz y la autopartista en realidad es percibido por el Estado, dada la elevada carga impositiva con que se gravan los automóviles (aproximadamente 45 % del valor final de un vehículo son impuestos).
Tal vez lo criticable del trabajo sea precisamente el no haber enfatizado la necesidad de lograr un enfoque integrado, tanto de la toda la estructura impositiva como del esquema de desarrollo del país. Una primer lectura del trabajo puede inducir a pensar que se plantea una antítesis campo - industria. Sobre este argumento se basaron las críticas que realizó el FRENTE AGROPECUARIO NACIONAL (FAN) sobre el documento. Las críticas del FAN y las del periodista y economista MARCELO LASCANO fueron prácticamente las únicas que recibió este escrito, logrando un consenso poco común.
Ahora bien, a partir de un trabajo técnico, debe seguir una estrategia adecuada. La estrategia tiene en cuenta lo técnico, pero va mucho más allá, considerando el contexto y los objetivos de largo plazo. Esa estrategia debe basarse en modelos de acumulación, no de antinomias. Somos uno de los 30 países fabricantes de automóviles que hay en el mundo. Tenemos un parque automotor de 6 millones de unidades, 1 millón de los cuales no debería circular dada su obsolescencia y / o mal estado.

Es evidente que debemos buscar una fórmula que permita esa renovación con fabricación local en la mayor proporción posible, pero sin afectar el potencial productivo y exportador de los sectores con ventajas competitivas, como el agro. En simultáneo debemos diseñar estrategias que permitan exportar mayor número de automóviles, sin costo fiscal alguno y sin generar perjuicios a nuestro socio principal en el MERCOSUR. El mensaje no debe ser campo o industria; sino campo + industria.
Como ya se dijo, se estima que existe una transferencia neta desde el sector hacia el resto de la economía por un monto que supera los U$S 3.000 millones cada año. Esto es muy dinámico por las sucesivas modificaciones al sistema impositivo (si bien los aranceles no han variado, salvo el arancel cero para importar bienes de capital). Quien nos compra buena parte de nuestra producción, la industria alimentaria nacional, transfiere otros U$S 2.000 millones, los que en buena medida son trasladados a nuestros precios. Por ello, la transferencia anual de recursos del agro tal vez supere los U$S 4.000 millones, al considerar ambas en conjunto.
Luego restan considerar las otras 2 transferencias de peso. Por un lado la que se realiza en estos últimos años, por la sobretasa de interés que el sector está pagando. Para hacer una estimación muy conservadora, considerando una deuda de U$S 10.000 millones y una sobre tasa de 7 puntos; se deben hablar de otros U$S 700 millones. La que realizamos por los subsidios a nivel mundial puede estimarse de modo muy conservador en U$S 5.000 millones, tomando diversas consideraciones y documentos de organizaciones internacionales.
Todas en conjunto alcanzan a unos U$S 9.700 millones, cada año. De ese total estimado, los subsidios internacionales serían una mitad y la presión interna, la otra mitad. Se trata de transferencias que equivalen al 65 % ó + de la facturación.
El sector no debe creer que si todas estas transferencias desaparecieran el resultado final anual sería superior al actual en U$S 9.700 millones. ¿La razón? Los precios de insumos, de servicios, de impuestos y de la tierra y demás bienes de capital van a subir; tal como ocurre en la UNIÓN EUROPEA y EE.UU. donde sólo un 25 % de los subsidios se traducen en beneficios concretos y el resto se pierde por mayores costos. Lógicamente una mejora de 25 % en los resultados seguiría siendo un gran progreso, además de agregar justicia a la situación. Por otro lado, aumentaría la riqueza de muchas regiones y sectores vinculados al agro, puesto que el otro 75 % permanecería en buena medida circulando en esas regiones.

CRECIMIENTO DEL SECTOR
Todo sector que crece de manera sostenida e intensa necesita indefectiblemente de financiamiento, dado que no es factible lograr rentabilidades que sostengan por sí solas el incremento de capital.
El agro de nuestro país ha crecido a una tasa promedio superior al 7 % anual en la última década. Vale decir, lo ha hecho de manera intensa (7 %) y sostenida (10 años).
Hay importantes subsectores que han duplicado su producción en pocos años. Existen empresas proveedoras de insumos que vienen creciendo en facturación a una tasa superior al 15 ó aún al 20 % anual. Incluso con el posible freno y amesetamiento temporario del sector, habrá un número significativo de rubros o de empresas que continuarán creciendo de manera muy importante. Todo ello sólo es factible con financiamiento adecuado.
Por otro lado es sabido que siempre existirán modalidades de financiación, aún en el caso de contar con un sistema financiero con escaso funcionamiento. Se trata de un hecho que es muy bien conocido en la Argentina, donde la inflación durante muchos años limitó la existencia de créditos, lo cual fue reemplazado por otros mecanismos de financiación.

Asimismo, existen una serie de características que hacen interesante al agro nacional. El sector produce commodities, vale decir productos con mercado asegurado y demanda cuasi infinita; con precios, que si bien sufren retenciones, cotizan en dólares; con mercados de futuro y con costos competitivos. Al mismo tiempo, existe seguridad jurídica para las inversiones inmobiliarias. En la Argentina una escritura es algo que tiene valor, y es también un reflejo fidedigno de la realidad. Por todo esto, se trata de un sector interesante para muchos perfiles de inversor, quienes actualmente tienen vedados otros caminos por donde anteriormente canalizaban sus colocaciones de capital.
Por todo lo anterior, es altamente probable que en el escenario actual comiencen a funcionar distintas figuras que actúen como banca de inversión para el agro; esto independientemente del mayor o menor grado de formalidad o informalidad con el que se desenvuelvan.
En los '90 hubo un desarrollo activo del mercado de capitales, y el agro no supo atraer inversiones suficientes hacia el sector. Hoy debemos crear nuestro propio mercado de capitales, aprovechando lo dicho anteriormente. Debemos hacerlo dado que cuando hay recesión global como en la actualidad, la inversión y el flujo de capitales caen más que el PBI, mientras que al mismo tiempo el sector agropecuario continúa creciendo y demandando recursos.
Como ya se dijo, el mercado de capitales del país nunca tuvo un tamaño significativo. Por lo tanto, no es necesario añorar lo que nunca existió, y sí en cambio es importante dedicarse a estructurar la demanda de capitales para el sector.
Es importante que el sector primario actúe mancomunado con toda la cadena de valor. Así, los mecanismos que se estructuren pueden ayudar a nuestros proveedores a mejorar sus carteras, y por ende el costo financiero de toda la cadena. Para dar un par de ejemplos, es sabido que las compañías que venden insumos para la producción de granos, asumen refinanciaciones de una campaña para la siguiente, fundamentalmente como consecuencia de desastres climáticos. Simultáneamente, las empresas proveedoras de insumos veterinarios enfrentan serios problemas de cobranza, lo que hace que sus carteras sean un activo de escaso valor.
Para conformar el mercado de capitales que el sector necesita contamos con algunos factores favorables, que se agregan al potencial interés que está despertando el sector, aspecto éste que ha sido citado en párrafos anteriores. Actualmente ya no tenemos la competencia del Estado, quien se ha retirado del mercado en el que demandaba capitales ofertando elevadas tasas de interés que quitaban de competencia a los demás sectores interesados en financiarse. Al mismo tiempo, el esquema normativo actual ofrece nuevas herramientas, anteriormente inexistentes o de menor importancia dentro de nuestro andamiaje legal.
El sector ha tenido crecimiento más que desarrollo en los '90. Aún con una meseta de 1 ó 2 años, el sector necesita financiamiento de calidad, al menos para refinanciar el endeudamiento anterior. Para que la primer década del siglo 21 sea de desarrollo se debe estructurar inteligentemente la demanda de financiamiento.
Teniendo en cuenta todo lo dicho hasta aquí, los fideicomisos y securitizaciones surgen como mecanismos de gran importancia.

EVOLUCIÓN PATRIMONIAL DEL AGRO ARGENTINO
Antes de adentrarnos en nuestro agro, pueden ser útiles algunas comparaciones sobre su tamaño. Así podemos decir:
· Durante los últimos años de la convertibilidad la facturación anual del agro argentino fue de unos U$S 15-17.000 millones aproximadamente.
· la facturación anual del agro de EE.UU. es de U$S 200.000 millones (la mitad, como ya se dijo, corresponde a subsidios).
· la facturación del agro de la UNIÓN EUROPEA es de unos U$S 330-350.000 (más del 40 % son subsidios).
· los intereses del año 2001 de la deuda pública argentina consolidada (Nación + provincias + municipios + organismos descentralizados) son de U$S 15.000 millones, aproximadamente, cifra muy similar a la facturación del agro argentino en su conjunto (el monto refleja los intereses generados, al margen de que hayan pagado en su totalidad o no).
· el pueblo de EE.UU. gasta anualmente U$S 12.000 millones ..... en flores.
Nuestro sector agropecuario encuentra dificultades y limitantes para ser competitivo, dado que el entorno es ineficiente.
Faltan los think tanks en el agro, literalmente los "tanques de pensamiento", aunque parece mejor traducirlo como centros de pensamiento. Vale decir no contamos con equipos propios del sector que diseñen estrategias de desarrollo y ayuden a los productores a conocer y si es factible anticiparse a los cambios.

Se aprecia un aumento del endeudamiento del sector, el cual obedece a diversas causas, entre las que se encuentran los altos costos internos que afectan la rentabilidad y situaciones de desastres naturales sin coberturas que disminuyan el riesgo. No obstante, en buena medida el endeudamiento ha crecido debido a decisiones de inversión mal tomadas. Obviamente no porque el o los bienes de capital que fueron sujeto de inversión sean intrínsecamente innecesarios sino porque en muchos casos, la inversión en cuestión no soporta los análisis económico - financieros necesarios, del tipo amortizaciones, tasa interna de retorno (TIR), valor actualizado neto (VAN), entre otros. Este aspecto será analizado en profundidad en la segunda mitad del libro, en tanto que se harán descripciones sobre este tema del endeudamiento más adelante, en este capítulo.
Pese a lo anterior, un primer análisis patrimonial del sector agropecuario argentino indicaría lo siguiente (pre devaluación):
· ACTIVOS: superiores a U$S 100.000 millones (incluso tal vez superiores a U$S 120.000 millones, siempre en el escenario pre devaluación).
· PASIVOS: aproximadamente U$S 10.000 millones.
· FACTURACIÓN ANUAL: U$S 15-17.000 millones, según los años.

Lo anterior permite afirmar que la relación activo / pasivo no es negativa, si se la analiza con los parámetros internacionales. Sí es preocupante la relación entre endeudamiento y facturación, más aún con la presión impositiva y los costos argentinos.
En EE.UU. y FRANCIA los productores deben el equivalente a más del 15 % de sus activos, mientras que en nuestro caso la deuda es el 8-10 % de los activos.

REGIONES
La CAPITAL FEDERAL se considera una región separada a la hora de los diagnósticos y el planeamiento. Su visión de largo plazo debería pasar seguramente por ser un centro de actividades y servicios financieros, informáticos, culturales y de otro tipo; que generen suficiente intercambio con el resto del país y el resto del mundo, como para justificar y aún mejorar su ingreso per capita. Seguramente su modelo de desarrollo sea algo parecido a SINGAPUR o HONG KONG. (*)
[(*) SINGAPUR, con la misma superficie de la Capital Federal, tiene un intercambio de U$S 150.000 millones por año. El de la ciudad de BUENOS AIRES, considerada como una Ciudad-Estado, seguramente no supere el 3-4 % de esa cifra. Su exportación directa al resto del mundo no supera los U$S 400 millones anuales, a lo cual hay que sumarle el dinero que factura al resto del país. ------------------------------------------------------------------------------]

Las provincias de BUENOS AIRES, SANTA FE y CÓRDOBA constituyen el sector más poderoso. En conjunto exportan un 60 % del total nacional, unos U$S 17.000 millones, lo cual es más del doble que lo exportado una década atrás. Deberían desarrollar una visión conjunta, tanto para establecer la estrategia agropecuaria como la no agropecuaria. Seguramente debería incluirse a la provincia de ENTRE RÍOS, que de hecho ya integra la llamada REGIÓN CENTRO (SANTA FE + CÓRDOBA + ENTRE RÍOS); fundamentalmente por la ubicación, el potencial y la agroindustria entrerrianos.
El Noroeste Argentino (NOA) incluye a SALTA, JUJUY, CATAMARCA, SANTIAGO y TUCUMÁN. Es la región más antigua del país. Tiene el 17,5 % del territorio nacional continental, sólo el 10 % de la población y tan sólo el 5 % del producto bruto. Una cuarta parte de su población vive en el campo. Debería construir su visión entre otros aspectos a partir de su gran potencial agropecuario en rubros variados, como por ejemplo los citrus, el tabaco, alguna frutas tropicales, la nuez, el olivo, la jojoba, la almendra, la cría de vacunos y caprinos y la agricultura tradicional de soja, maíz y sorgo. El turismo y el agroturismo deberían crecer. SALTA es la provincia del país con mayor superficie de bosque nativo, casi 9 millones de hectáreas. TUCUMÁN es el primer exportador mundial de limones. La región ha logrado exportar actualmente U$S 1.500 millones anuales (U$S 600 millones en 1990).
La Región del Nuevo Cuyo está constituida por SAN LUIS, LA RIOJA, MENDOZA y SAN JUAN. El producto bruto es aproximadamente el 6 % del total nacional. Más del 20 % de su población vive en el campo. La vitivinicultura ha experimentado un fuerte salto de calidad, que permite citarla como una cadena agroalimentaria ejemplo para otras. La región ha logrado exportar actualmente U$S 1.250 millones anuales ( U$S 220 millones en 1990).
La Patagonia cuenta con el 6 % de la población y el 7 % del producto. Es imprescindible reconvertir la producción de peras y manzanas, invirtiendo en nuevos montes y buscando nuevos mercados, copiando en parte a la cadena de la vitivinicultura. Se debe fomentar el turismo con mayor intensidad. El cultivo de frutas finas y el desarrollo mundial de la marca Carne Ovina Patagónica son otras metas impostergables. Para lo último, deberíamos empezar cumpliendo con los cupos que nos asigna la UE (23 mil toneladas anuales de carne ovina), de los que sólo cubrimos menos del 2 %. La Patagonia debería ser una potencia ambiental, evitando la desertificación que cubre una porción importante de la región y previniendo todo tipo de agresión al medio ambiente. La región ha logrado exportar más de U$S 3.500 millones en 1996 y casi 3.000 en 1998 (U$S 900 millones en 1990).
El Noreste Argentino, NEA, está formado por CORRIENTES, CHACO, FORMOSA y MISIONES. Es la región más pobre del país. Un 32 % de su población vive en el campo, la proporción más alta del país. Tiene un enorme potencial ganadero, forestal y agrícola. Se debería incrementar más la exportación de productos emblemáticos, como la yerba mate. Si el norte y este entrerriano se incluyeran en esta región, una meta a lograr consistiría en el aumento de la producción de arroz, retomando la superficie de 200-250 mil hectáreas, de modo de alimentar a nuestra población más empobrecida. La agregación de valor es imprescindible para el desarrollo regional. La región ha logrado exportar actualmente U$S 1.200 millones anuales (U$S 800 millones en 1990).

AGRICULTURA
La agricultura representa el 50-55 % del Producto Bruto Agropecuario (PBA), según los años, de modo que su comportamiento puede afectar más que cualquier otro la performance global de nuestro sector.

TECNLOGÍA DE INSUMOS, NO DE PROCESOS
El modelo actual de la agricultura argentina, fundamentalmente el de la pampa húmeda, se basa más en tecnologías de insumos que de procesos. Depende de modo creciente de agroquímicos y fertilizantes. Sobre la base de datos oficiales y de la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE), en el período 1991/1997 el consumo nacional de plaguicidas se incrementó al triple, pasando de 39,3 millones de Kg. (o litros) a 124 millones de Kg. (o litros); mientras que el área sembrada creció menos del 35 %.
En promedio, cada hectárea sembrada con soja en Argentina (nuestro principal cultivo) recibe 2,9 kg de ingrediente activo de plaguicida cada año. Esa cifra es comparable con valores correspondientes a países con una agricultura considerada más intensiva.
En relación al consumo de fertilizantes, la tendencia es también creciente, pasando de menos de 200.000 toneladas al inicio de los 90 a más de 800.000 toneladas actualmente. No obstante este incremento, los niveles de fertilización química son significativamente menores que los nutrientes extraídos por los cultivos. A comienzos de la década, se calculaba que en la región pampeana, mediante la fertilización química sólo se reponía menos del 10 % del nitrógeno extraído y menos del 20 % del fósforo. La reversión de esa situación no se ha producido, pese a el fortísimo incremento en el uso de fertilizantes.

RENDIMIENTOS Y SUSTENTABILIDAD
Pese a lo anterior, los rendimientos en soja y maíz no han mejorado de manera consistente, si bien es justo reconocer que existen muchos factores a tener en cuenta.
Existe una fuerte corriente de pensamiento que considera que nuestro actual modelo de producción es incompatible con una visión del desarrollo sustentable.

Se aprecia un aceleramiento de fenómenos negativos como son la erosión hídrica y la degradación química y física (compactación, encostramiento y encharcamiento).
El modelo agrícola, al menos el de la pampa húmeda, basado en la dependencia de insumos y la siembra directa, es un modelo cuya sustentabilidad es dudosa. No pueden negarse aspectos positivos, como el operativo y el empresarial. Pero existen muchos interrogantes sobre su potencial contaminante.
¿Es sustentable desde este punto de vista, el más decisivo, el de la potencial contaminación? Afirmar categóricamente que es sustentable constituiría una irresponsabilidad. En nuestro país hay pocos estudios de napas y otros, relativos al impacto ambiental. No nos encontramos en condiciones de decir qué está ocurriendo con las napas donde se utilizan herbicidas residuales y fertilizantes solubles en altas dosis.
¿Es sustentable desde el punto de vista energético? Todo parece indicar que no, dado que el modelo actual utiliza tanta energía fósil como la agricultura convencional. El productor consume menos energía fósil en el lote (menos gasoil), pero al tomar en cuenta la energía utilizada para la síntesis de los agroquímicos y fertilizantes, el consumo se equipara.
Son interesantes los trabajos de VIGLIZZO que indicarían que hay secuestro de carbono. Ese supuesto secuestro es un balance entre consumo y síntesis. Suponiendo que esos trabajos sean correctos, y que haya secuestro de carbono, esto no estaría indicando que la demanda de energía sea menor (en tal caso se vería compensado por una mayor síntesis en el suelo).
Los modelos más intensivos están utilizando herbicidas residuales, atrazina y metsulfurón básicamente, en 1 de cada 3 años; ó en 2 de cada 3 ó en 1 de cada 2. Esto contradice el pensamiento generalizado, en el sentido de que se están usando pocos herbicidas con esta condición. Se agrega a esto lo ya dicho respecto del glifosato, cuyo comportamiento ecológicamente hablando se acerca al de un herbicida residual.
Algunos grupos CREA han realizado un trabajo, no científico, evaluando el nivel de nutrientes en el suelo, en un esquema trigo-soja / maíz / soja de primera, con alta fertilización fosforada. Aún así, el nivel de fósforo del suelo desciende lentamente, confirmando a nivel del productor lo que se conoce en trabajos experimentales.
Como se ve, hay mucho para investigar, sin que esto signifique atacar o intentar cambiar bruscamente los esquemas productivos actuales. El Estado a través del INTA tiene por delante una tarea estratégica de enorme importancia en estos asuntos.

GANADERÍA
LA CADENA DE VALOR DE LA GANADERÍA
Para comenzar este análisis tal vez convenga hacer notar una diferencia muy importante que presenta la ganadería de carne en comparación con la lechería o la agricultura. Esa diferencia consiste en que en carne el proceso lo pueden llevar a cabo varios productores diferentes, en campos diferentes, en zonas distantes entre sí; incluso productores que no se conocen entre ellos. En agricultura todo el proceso se realiza dentro de un único predio, y en lechería la intervención de varios predios es mucho más limitada. De modo tal que en ganadería ya existe una cadena (o una porción de una cadena más larga) que involucra sólo a productores. Por supuesto, como en toda cadena agroalimentaria, existen eslabones previos al productor, que son quienes proveen insumos y bienes de capital y eslabones posteriores, que son quienes le compran la producción para procesarla.
La idea de cadena remite a eslabones ensamblados en línea, vale decir hace pensar en algo con cierto grado de organización. Al hablar de la ganadería argentina, lo primero tal vez es analizar si esta actividad merece que se considere la idea de cadena. Más bien se trata de mojones aislados, más o menos vinculados entre sí, la mayoría de las veces de manera caótica.
En BRASIL al referirse a las exportaciones generadas a partir de la actividad ganadera, es normal que se la presente de la siguiente manera:
· exportaciones de carne U$S 800 millones
· exportaciones de cueros U$S 600 millones
· exportaciones de calzados U$S 1.300 millones

Aquí nunca se presentan así las exportaciones generadas, o la facturación generada, a partir de la cadena ganadera. Esto pese a la visión aparentemente novedosa de la gestión 2001 de la Secretaría de Agricultura. Desde hace más de 2 décadas la industria curtidora y la frigorífica están enfrascadas en un conflicto que está precisamente en lo opuesto a lo que debería ser una verdadera cadena de creación de valor. Recientes resoluciones judiciales, algunas opuestas a resoluciones de la Secretaría de Industria, vuelven sobre el viejo conflicto. Esto es lo opuesto a como BRASIL plantea su cadena de valor, que se inicia con los proveedores de insumos para las cabañas y termina con la exportación de calzado y otros productos manufacturados con cuero del propio país.

INVESTIGACIÓN EN GANADERÍA. RECURSOS HUMANOS Y FINANCIEROS
El Ing. DANIEL REARTE Ph.D. es el responsable de coordinar todos los programas ganaderos y lecheros del INTA. Él estima que en nuestro país la investigación en ganadería no supera los U$S 20 millones por año, considerando tanto la investigación del INTA, cuanto la de Universidades, criaderos que desarrollan especies forrajeras, etc. La relación con la facturación (U$S 4.000 millones) es muy pobre. Así, por ejemplo CHILE, con una ganadería 10 veces más chica que la nuestra invierte U$S 4 millones anuales (el doble que nosotros en términos relativos).

IMPORTANCIA RELATIVA DENTRO DEL AGRO
La ganadería de carne participa con un 25 - 30 % en el Producto Bruto Agropecuario (PBA), según los años. Esto debido a que factura anualmente unos U$S 4.000 millones. Este monto a su vez se transforma en más de U$S 7.000 millones al considerar la cadena de valor hasta el consumidor final o la exportación en lo que a carne se refiere, pero sin contar la manufactura de cueros o la venta de los mismos sin valor agregado.

PERFIL DE NUESTRA GANADERÍA
La tasa de extracción de nuestro país se sitúa en un 23 % aproximadamente. Esto significa que nuestro sector ganadero comercializa anualmente 23 kilos por cada 100 kilos de existencias. Si bien es un parámetro que nada indica sobre costos de producción, es útil a la hora de establecer comparaciones con otros países o bien para comparaciones entre regiones de un mismo país. Así se puede mencionar a los valores de EE.UU. con 43 %, AUSTRALIA con 32 %, NUEVA ZELANDA con 26 %, URUGUAY con 16 % y BRASIL con 12 %. En el caso de NUEVA ZELANDA, es un valor más eficiente que el nuestro, obtenido además con costos más bajos.
Se debe recordar que un 85 % de la superficie del país presenta pastizales naturales. Incluso en provincias con fuerte perfil agrícola existe una elevada superficie con pastizales naturales, como lo confirma el caso de SANTA FE, que aún con un fuerte perfil agrícola y tambero, mantiene un 55 % de su superficie con pastizales naturales.

Somos de los pocos países del mundo que puede colocar un vientre en producción con una inversión inmobiliaria de U$S 500-600 o menos aún, en zonas con una infraestructura aceptable. Es importante remarcar esto último, porque existen zonas con menores valores, pero carentes de caminos y demás cuestiones básicas.

DESCAPITALIZACIÓN DEL SECTOR
Se pueden estimar en forma muy conservadora que el sector tiene 12 millones de cabezas menos que hace 25 años, lo cual supone una descapitalización de unos U$S 3.000 millones.

LECHERÍA
El sector duplicó su producción en poco tiempo, sin la menor planificación. Luego de muy pocos años de tecnificación, la producción argentina creció un inédito 100 % y alcanzó los 10.000 millones de litros anuales, en la segunda mitad de los años '90. Esto habla de nuestro potencial por un lado, y de nuestra falta de estrategias competitivas por el otro.
Analizando la historia de los países desarrollados con importante producción agropecuaria, es muy difícil encontrar antecedentes de una situación similar. Sólo se incrementa la producción en base a una estrategia clara, con objetivos principales y metas alternativas.
Con esa masa de producto tan importante era dable esperar un salto muy significativo en los volúmenes y montos exportados. Lamentablemente esto no ocurrió. La exportación de lácteos fue errática, en buena medida por el tipo de cambio, pero también por falta de vocación exportadora y de integración estratégica en la industria, la cual desatendió la exportación privilegiando su participación en el mercado interno. Esto último hizo que prácticamente la industria se dedicara a una "guerra" en las góndolas (en la ocupación de espacio en las mismas), guerra que generó enormes costos para el sector primario y la propia industria.
Al igual que en casi todos los rubros agropecuarios del país, la competencia desleal, que no paga impuestos ni responde a los mínimos requisitos sanitarios y de calidad, también fue y sigue siendo un factor muy negativo.
De modo que ese irracional incremento de la producción sólo se mantuvo por el incremento del consumo interno, el cual llegó a ubicarse en 220 litros / persona / año, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que 150-160 son un valor satisfactorio (los 220 litros son un promedio, lamentablemente hay muchos niños que no toman leche).

Un esquema basado en elevados costos por litro producido, con una genética y un planteo general exageradamente arriesgado (y sin ninguna política anticíclica), completaban la total y absoluta falta de sustentabilidad de la lechería argentina.
La etapa actual es por todos conocida. El consumo interno ha decrecido producto de la recesión de más de 3 años. Hay caída de producción de manera sostenida, la cual se da más por cierre de tambos que por caída de producción de las unidades que continúan produciendo (lo cual es mucho más grave que una caída por adaptación a la demanda). Probablemente este año 2002 no se superen los 7.500 millones de litros, aunque es difícil predecirlo.
La industria no tiene rentabilidad operativa, y su perfil financiero de mediano y largo plazo es preocupante.
La participación del productor en el precio de la leche fluida en góndola ha bajado a menos de la mitad, pasando de aproximadamente un 50 % del precio que pagaba el consumidor a menos de un 25 % (por ejemplo, 13 centavos contra 50-60 centavos que cuesta el sachet).
La cadena lechera ha estado varias veces al borde de sufrir la cesación de pagos y lamentablemente sigue estándolo. No se aprecia que se remuevan las causas de tal situación.
Un buen ejercicio de anticipación consiste en intentar imaginar a los 2 escenarios extremos a los que puede llegar la lechería argentina en el futuro cercano, 3-4 años por caso. El más pesimista de todos es que se transforme en un sector como el porcino, totalmente deficitario en su balanza de pagos, con muy pocos produciendo acá y trayendo todo de afuera. Lamentablemente el síntoma más importante de este escenario ya ha aparecido, y es el estiramiento de los plazos de pago y el incremento en la inseguridad de cobranza, que ya superó a la peor época de sector cárnico (tal vez pronto supere al porcino). Se equivoca quien crea que un tipo de cambio realista nos protege de este escenario tan negativo.

Lógicamente, el escenario óptimo es transformarnos en una potencia productora y exportadora, igualando primero y luego superando a NUEVA ZELANDA y ocupando el único lugar que nos mereceremos el día que hagamos las cosas bien, vale decir ser los indiscutibles líderes mundiales.

PRODUCCIÓN DE ARROZ
Los arroceros atravesaron en los últimos años una situación de total colapso. Las relaciones insumo-producto habíann empeorado 4-6 veces, y aún más. En la campaña pasada se necesitaba 4 veces más arroz que hace una década para comprar un insumo básico como es el gasoil (500 kilos de arroz para comprar 100 litros de gasoil). Hoy se está produciendo menos de la mitad del volumen de hace 4-5 años.
Hemos fracasado rotundamente en el diseño de la estrategia arrocera, como se analizará más adelante en la parte II, en lo relativo precisamente a competitividad. A modo de ejemplo, se estima que deberíamos contar con unos 3-4 molinos arroceros en ENTRE RÍOS, tal como tiene URUGUAY. Lamentablemente llegó a haber 43, en una demostración más de total falta de estrategia.

LA CUENTA DEL ARROZ
Los argentinos consumimos tan sólo unos 6 Kg. de arroz por persona y por año. Solucionando los problemas de rentabilidad, lo cual es posible, se podría y se debería duplicar el volumen producido. Esto permitiría que la franja más vulnerable de nuestra población pueda consumir unos 35-50 Kg. de arroz por persona y por año (según la cantidad de personas beneficiadas; 35 Kg. si son 14 millones de personas y 50 Kg. si son 10 millones). ¿El costo? Sólo U$S 60 millones para el sector primario y otra cifra similar para la industria y los costos de distribución. Tan solo U$S 120 millones. Esta simple cuenta confirma la abundancia de posibilidades de nuestro querido país (y la incompetencia de nuestros dirigentes). Quitando el Impuesto a la Transferencia de los Combustibles (ITC) para el gasoil consumido por las arroceras el impacto en su rentabilidad sería muy alto, pero el costo fiscal de tan solo U$S 16-20 millones. Por ahorro en el resto de la ayuda social ineficiente, se puede concluir que esta idea tiene costo fiscal cero (en realidad es superavitaria para el Estado).

PRODUCCIÓN PORCINA
Somos un caso único puesto que siendo el segundo exportador mundial de maíz y contando con un clima benigno, ideal para la producción de cerdos, no sólo no somos exportadores de carne porcina y sus productos elaborados, sino por el contrario.
Dentro de las producciones tradicionales, los únicos sectores deficitarios en su balanza comercial son el forestal y el porcino. En nuestro país, uno de cada tres kilos de cerdo consumidos proviene del exterior, lo que supone una importación anual de carne y derivados de U$S 130 millones. De ese monto, un tercio corresponde a productos terminados, lo cual limita aún más la posibilidad de agregar valor dentro de nuestras fronteras.
El sector se encuentra muy lejos de elaborar estrategias competitivas. Por el contrario, lo que se aprecia lamentablemente es la contínua y furibunda pelea entre la producción primaria y la industria.

PRODUCCIÓN OVINA
A diferencia de los demás países con importante producción ovina, hemos sufrido una dramática caída en nuestro stock. Así, hemos pasado de 70 millones de cabezas, que teníamos a principios de siglo, a sólo 12,5 millones en la actualidad.
Hay quienes declaran erróneamente que los demás países laneros también han bajado su existencia, lo cual no es exacto.
En simultáneo incumplimos con la cuota de carne ovina que nos asigna la UE, que es de 23 mil toneladas (en el año 1999 sólo enviamos 446 toneladas); afectando no sólo la producción ovina sino complicando toda la negociación con la UE.
La descapitalización sufrida se sitúa en el orden de los U$S 750 millones, como mínimo, por caída de stock.

EL CABALLO
No debe subestimarse la importancia actual y potencial del conjunto de actividades vinculadas con el caballo. Sólo todo lo relacionado con la actividad hípica genera una facturación anual unos $ 800 millones, lo cual significa el equivalente al 4-5 % del PBA. Muchas de estas actividades hípicas así como otras que dependen del caballo, son actividades intensivas en mano de obra.
La importancia del caballo va mucho más allá de su propio potencial. El caballo es un emblema de nuestro país, como lo son el tango, el fútbol, el mate, el dulce de leche, nuestros vinos, nuestra carne, nuestros polistas y nuestros artistas. Por lo tanto, toda actividad con base en el caballo que genere divisas en el exterior debe también ayudar a construir la marca o las marcas que distingan al país. Como hacerlo dependerá de la estrategia y la visión de país que se diseñe. Lo que sí es muy claro es que el caballo y sus actividades tendrán un lugar destacado en la construcción de ese gran activo intangible que en el futuro deberá ser la marca argentina (por ponerle un nombre provisorio).

PRODUCCIÓN DE VINOS
La vitivinicultura es una de las cadenas agroalimentarias que registra más signos positivos. Por un lado la inversión de los últimos años, que superaría los U$S 300 millones según distintas fuentes. Por otro, la reconversión del sector primario, con la implantación de las variedades que demandan los mercados. Finalmente, por su performance exportadora, muy importante en monto y con tendencia creciente (unos U$S 160 millones en 1999), muy diversificada en mercados y con un valor agregado creciente (mayor proporción de vinos finos embotellados y menor de vino a granel). Todo ello dentro de una cadena de valor no menor a los $ 1.800 millones anuales.
A modo de ejemplo, los vinos argentinos se vendían a granel a los importadores de JAPÓN. Actualmente la venta es en botella, con una penetración creciente. Hoy nuestros mejores vinos están en las cartas de la hotelería y restaurantes japoneses. Actualmente ocupamos el noveno puesto en ese mercado, con grandes posibilidades de continuar en ascenso. CHILE, que ocupa el tercer lugar luego de haber desplazado a EE.UU., se ubica detrás de FRANCIA e ITALIA y nos muestra de algún modo el camino a seguir.
Otras cadenas agroalimentarias deberían evaluar sus fortalezas y debilidades, y sus similitudes y diferencias con la vitivinicultura; como un modo de extraer conclusiones o ideas en busca de una estrategia competitiva.

PRODUCCIÓN DE ALGODÓN
Al igual que con el caso del arroz, en la producción de algodón hemos pasado en muy poco tiempo de ser un productor destacado a escala mundial (entre los 6 mayores exportadores de fibra del mundo y el de mayor crecimiento) a ser un país que apenas se autoabastece de fibra. Es absolutamente claro que vuelve a aparecer ante nuestro análisis la carencia de casi todos los casos. No hay planeamiento estratégico, no hay competitividad, no hay una dirigencia que prevea o planifique. Sólo así se puede pasar de una falta severa de cosechadoras a un exceso en pocos años. Sólo así se puede entender que se trate de un producto que no sólo no tiene mercados de futuro sino que ni siquiera cuenta con un precio de pizarra. Sólo así se puede entender que la superficie sembrada disminuya a un 25 % de la registrada años anteriores, cuando el cultivo era altamente rentable.
El algodón es probablemente el único cultivo del país que puede permitir que en un año de buenos precios y rendimientos, el margen bruto sea superior o aún significativamente superior al valor de la tierra en donde se ha llevado a cabo el cultivo.
El ejemplo de monocultivo más extremo del país es el del algodón en ciertas zonas del CHACO. Al margen del dramático agotamiento de los suelos, no parece ser una estrategia adecuada para la rentabilidad del productor. Prueba de esto es el hecho de que el CHACO registra la mayor deuda agropecuaria en términos relativos. Sobre un pasivo agropecuario total de U$S 10.000 millones, que ya hemos mencionado, un 10 % corresponde al sector algodonero del CHACO.
También como en el caso del arroz, la existencia de subsidios a nivel mundial es injusta y nos perjudica fuertemente. Los de arroz son unos U$S 22-28.000 millones anuales, como ya se dijo en el Capítulo IV; mientras que los del algodón, no mencionados hasta ahora, son unos U$S 3-5.000 millones; según los años. Pero esa situación debería obligarnos a ser más prolijos, más inteligentes, a contar con un claro gerenciamiento del riesgo mediante coberturas climáticas y de precios, a contar con políticas anticíclicas, etc. Hemos hecho todo lo contrario, con consecuencias terribles que recién estamos empezando a pagar.

PRODUCCIÓN FORESTAL
BALANCE MUNDIAL
Cada año se pierden 9 millones netos de hectáreas de bosques, a pesar del aumento de la reforestación. En conjunto, el mundo cuenta con unos 6.000 metros cuadrados de bosque por persona, pero cada año esa cifra disminuye, por aumentos en la población y por la caída del área. Afortunadamente la caída es de sólo un 0,25 % anual (9 millones de hectáreas sobre un total de 3.600 millones).
La desaparición de los bosques es más rápida en ÁFRICA y AMÉRICA LATINA, mientras en ASIA la reducción de los bosques naturales está ampliamente compensada por nuevos bosques producto de la reforestación. En EUROPA y NORTEAMÉRICA la superficie forestal neta está en aumento. (5)
Los bosques tienen un importante papel en el secuestro de carbono. Por este motivo, el PROTOCOLO DE KYOTO, de diciembre de 1997, tiene amplias repercusiones en materia forestal. Los bosques pueden llegar a contribuir con una retención o secuestro de carbono de hasta un 15 % del dióxido emitido por la quema de combustibles fósiles.
Los objetivos de la gestión forestal pasarán cada vez más de la producción maderera a la salvaguardia de las funciones ambientales de los bosques. Asimismo, el empleo de leña continuaría aumentando en las próximas dos décadas antes de estabilizarse o incluso de disminuir marginalmente. Actualmente, más del 60 % de la madera recogida en el mundo se utiliza para leña.

IMPORTANCIA DEL COMERCIO FORESTAL. NUESTRA BALANZA COMERCIAL
El comercio mundial de granos es de unos U$S 75.000 millones cada año (algo aproximado a un 6-7 % de esta cifra corresponde a nuestras exportaciones). El comercio internacional de productos forestales es mayor, del orden de los U$S 110.000 millones.
Nuestra balanza comercial en el rubro de la madera registra un déficit anual de unos U$S 1.000 millones.

OTROS ASPECTOS IMPORTANTES
Un aspecto muy positivo dentro de nuestro marco legal es la existencia de la ley 25.080, de estímulo a las forestaciones, que incentiva las inversiones en este rubro. Es razonable esperar que pronto nuestro país llegue a una tasa de forestación de 200 mil hectáreas anuales (actualmente supera las 100.000 hectáreas). Aún resta que se implementen diversos aspectos normativos. Un reciente decreto complementario de la ley colabora en este sentido.
El forestal es un sector con una gran dinámica, un muy buen efecto multiplicador y una gran capacidad de generar empleo. El sector emplea a una persona cada 2 hectáreas. Antes del colapso se preveían inversiones por casi U$S 4.000 millones en los próximos 10 años. Es probable que se concreten, pero con montos menores dada la devaluación de nuestra economía.
Los comentarios hechos hasta aquí sirven para entender que el impulso a la producción forestal y su cadena de valor debe servir para más de un objetivo. Debe permitirnos posicionar nuestra marca argentina con una imagen de máximo respeto y protección del medio ambiente. Debe permitirnos efectivamente mejorar nuestro medio ambiente (no sólo la imagen). Debe permitirnos revertir nuestro déficit en este segmento de la balanza comercial, generando divisas nunca tan necesarias como ahora. Finalmente, y no por ello menos importante, debe ser una decisiva fuente generadora de empleo genuino.

PRODUCCIÓN ORGÁNICA
La ARGENTINA es el único país de toda AMÉRICA con certificadoras que son aceptadas en la UE. Un producto certificado como orgánico en nuestro país no requiere revalidar esa condición en EUROPA, como sí lo necesitan todos los demás países, incluso CANADÁ y EE.UU. Actualmente, pese a esa gran ventaja, exportamos sólo U$S 50 millones al año, 85 % de los cuales tienen como destino precisamente a la UE.
AUSTRALIA, que empezó varios años después y copió nuestros métodos exporta U$S 400-500 millones anuales.
El negocio de orgánicos a nivel mundial tiene una facturación actual de unos U$S 15.000 millones, con una fuerte tendencia creciente. Este monto no debe confundirse con el del comercio internacional, porque esa cifra de U$S 15 mil millones engloba todo lo consumido localmente y los márgenes minoristas, supermercados fundamentalmente.

PROBLEMAS AMBIENTALES
INUNDACIONES
El manejo hidráulico y agronómico en nuestro país dista mucho de ser el adecuado. Hay un exceso de lluvias debido a un clima con ciclo húmedo o a un nuevo clima o a una combinación de ambos factores. Por estas razones nuestro país está sufriendo problemas de inundaciones en varias regiones.
Si bien la sequía produce más daño económico de corto plazo, por menor producción, la inundación causa mucho más daño humano, y un mayor daño económico de largo plazo, en la infraestructura.
No hay duda de que nuestro principal problema está en la provincia de BUENOS AIRES. Allí existen zonas donde en pocos meses de 2001 llovieron más de 1.400 mm cuando en todo el año el promedio es menor a 750. En el centro de la provincia hay al menos 5,5-6 millones de hectáreas afectadas, comprometiendo en mayor o menor medida un porcentaje muy significativo de nuestra producción nacional de carne y granos (posiblemente más del 25 %).

Es muy doloroso comprobar que en la provincia con más potencial del país no se hayan tomado las decisiones oportunas que evitaran todo este enorme daño. El problema se conoce desde hace unos 120 años y las soluciones desde hace unos 70 años. Más preocupante resulta cuando se comprueba el deplorable orden de prioridades con que se gastaron U$S 5.000 millones en obra pública en la provincia en los últimos 10 años. Corresponde decir gastaron y no invirtieron precisamente por esa falta de claridad a la hora de priorizar los objetivos.
Nunca es tarde para comenzar a reparar este desastre. El Plan Maestro elaborado por HALCROW es un buen comienzo, al que deberían agregarse otros aspectos, como la imprescindible integración de zonas de la misma cuenca pertenecientes a otras provincias.
Lamentablemente no sólo está frenada la acción en el terreno. Tampoco se avanza en el terreno normativo. Así, el Código de aguas de la provincia de BUENOS AIRES sancionado en diciembre de 1998 continúa aún sin ser reglamentado. Tampoco se ha creado la autoridad de aguas, es decir la autoridad de aplicación.

EROSIÓN
Según el INTA MARCOS JUÁREZ (CÓRDOBA), el 20 % del territorio argentino sufre de erosión, sea hídrica o eólica. Esto representa algo menos de 60 millones de hectáreas. En años recientes se está registrando un crecimiento del orden de 200 mil hectáreas anuales. El perjuicio económico supera U$S los 1.000 millones anuales, considerando la pérdida de suelo y la menor producción.

CONTAMINACIÓN DE NAPAS
Considerando el balance negativo de nutrientes y el bajo consumo de fertilizantes, DARWICH concluye que esta vía de contaminación en la región pampeana es improbable. La afirmación parece no tener en cuenta la variabilidad espacial en el consumo de fertilizantes dentro de una misma región. Por ejemplo, en un muestreo de la calidad del agua subterránea realizado en los alrededores de Rosario -caracterizados por explotaciones de tipo intensivo- se determinó que el porcentaje de muestras con concentraciones superiores a las admitidas de nitratos y nitritos, era de 68 % y 12 %, respectivamente.
La información regional acerca de la contaminación del agua mediante plaguicidas es prácticamente inexistente. Distintas características del actual modelo de producción favorecerían esta vía de contaminación, entre ellas el incremento en el consumo de plaguicidas, la generalización del monocultivo, que genera aumentos en la incidencia de plagas y promueve la aplicación repetida de los mismos plaguicidas y la profundización de la agriculturización, que implica la incorporación de tierras marginales a la agricultura. De esta manera, se permite que suelos bajos, con napas relativamente elevadas, reciban el aporte recurrente de plaguicidas, el escurrimiento superficial -propio de suelos deteriorados- incrementa el riesgo de contaminación de aguas superficiales.
El riesgo de contaminación depende además de las características particulares de los plaguicidas empleados. Por ejemplo, si bien el glifosato representa el 60 % del volumen total de herbicidas aplicado en el cultivo de soja, la probabilidad de contaminación de aguas con dicho producto es considerada baja. Por el contrario, otros herbicidas poseen determinadas propiedades químicas que los potencian como contaminantes, como por ejemplo la atrazina, que es un herbicida que sufre ciertas restricciones de uso en los países desarrollados, mientras que es de uso irrestricto en el nuestro.

SEGUROS AGRÍCOLAS
"Este año hemos ganado U$S 5 millones, de los que hemos previsionado 2 millones para futuras pérdidas". La frase pertenece a TOM BAXTER, un muy respetado propietario de un feedlot de NEBRASKA.
Esta idea de la previsión de futuras pérdidas, muy aplicada en otras actividades en el país, es muy poco usual en el agro argentino. BAXTER pertenece a un negocio muy volátil, como es la industria del feedlot de EE.UU. Tal vez por eso es factible que a un productor argentino pueda resultarle exagerada una previsión tan alta. No obstante, lo valioso es el concepto, la idea del autoseguro o la previsión de pérdidas.
Por las condiciones intrínsecas del negocio agropecuario, el autoseguro es un excelente complemento de cualquier seguros agrícola contratado con compañías, sea un seguro específico o incluso uno multiriesgo (agrícola en un sentido amplio, puede ser también una cobertura de ganado o de instalaciones de tambo, por ej.).
Piénsese qué diferente sería la situación actual de los sectores arrocero, algodonero y lechero, para citar los casos más paradigmáticos, en caso de haber existido este comportamiento de previsión de pérdidas futuras. Lamentablemente ninguno de los sectores desarrolló políticas anticíclicas, ni a nivel regional ni a nivel de empresas individuales. Nada de las rentabilidades por sobre el promedio fue previsionado para los años difíciles.
Hecha esta introducción imprescindible, conviene analizar el negocio del seguro agrícola en nuestro país.
Para hacer esto, lo primero que debe decirse es que el seguro como negocio global, incluyendo toda clase de coberturas aún las de retiro, factura en nuestro país el equivalente al 2 % del PBI o aún menos. Esto es una tercera parte de lo que factura la industria del seguro en los países desarrollados. Esta situación conlleva una amenaza por un lado y una oportunidad al mismo tiempo. Es una amenaza, por nuestra falta de previsión, pero es una oportunidad para las compañías y para gerenciar mejor todo riesgo productivo o personal.

En el agro de los países desarrollados, es frecuente que se encuentre asegurado un 40 % de la facturación. Esto equivaldría en nuestro caso a contar con coberturas para unos U$S 6-8.000 millones. El costo de esa cobertura es del orden de un 8-9 % en esos países desarrollados, excepto en ISRAEL, que es el líder en servicios y costos, país en donde el costo para el productor no supera el 2 %.
En nuestro país las compañías han cubierto tan solo unos U$S 600 millones, vale decir unas 10-11 veces menos que lo esperable para comenzar a gerenciar el riesgo de modo adecuado. Lo hacen a su vez con costos no competitivos, que ascienden a unos U$S 75 millones. En el sur de Santa Fe, por ejemplo, en zonas donde la inseguridad de cosecha se estima en 1 de cada 14 años, los cálculos de las compañías parten de un riesgo de 1 de cada 8 años; lo cual eleva significativamente los costos.
De modo que estamos ante una oportunidad que en caso de ser adecuadamente manejada debe generar riqueza genuina para los productores al disminuir su riesgo productivo y sus costos, y para las compañías al aumentar su masa crítica en el negocio, su facturación y su rentabilidad. Esto no implica perseguir la derogación de la ley 22.913, de Emergencia Agropecuaria. Por el contrario, debe buscarse la complementación entre esta ley, actualizada, y los instrumentos privados de gerenciamiento del riesgo, como los que se han detallado.

IMPUESTOS Y TASAS
La estructura impositiva del agro es compleja, siguiendo la tónica general del país. Durante todo el período inflacionario, desde el fin de la Segunda Guerra hasta el inicio de la convertibilidad, el principal impuesto eran las retenciones a las exportaciones. El peso del resto de la carga impositiva se diluía por el llamado efecto TANZI, que hace que el costo real sea menor, gracias a la inflación precisamente.
En los '90 el fin de la inflación generó por sí misma un aumento de la presión impositiva, pese a la quita casi total de las retenciones. Esto se potenció con diversos factores. Uno muy importante fue la pérdida de rentabilidad debida al tipo de cambio distorsionado.
Otro factor, vinculado con el anterior, fue el incremento de la cantidad de producción necesaria para vivir. Se necesitaron más quintales de soja, litros de leche o más Kg. de carne para mantener el mismo nivel de vida, lo cual perjudicó sobre todo a las empresas agropecuarias más chicas y convirtió al negocio en uno de escala.
Finalmente, la generalización del IVA, con un perverso sistema de percepciones y retenciones complicó a muchos, sobre todo a los que realizaron inversiones. No debe perderse de vista que la generalización se hizo cuando la alícuota general era del 16 % (ya muy alta para los niveles internacionales). Luego esta se movió al 18 % primero y al 21 % después, complicando mucho más aún las cosas. Piénsese por ejemplo, que una póliza de seguro agrícola tiene percepciones, lo mismo que tuvo la vacunación antiaftosa superior a cierto número de cabezas. Todos esos ejemplos, y muchísimos otros, han venido pagando realmente alícuotas superiores al 25 %, algo decididamente insoportable e impagable. Todo este exceso de presión llevó, entre otros factores, a que la evasión del sector supere el 40 %.
El impuesto inmobiliario provincial tiene una incidencia muy variable. Existen provincias con una incidencia muy baja, en las que se grava la producción que se industrializa fuera de sus límites antes que la tenencia de la tierra. Así, por ejemplo en algunas provincias del norte argentino, existen amplias regiones que tributan menos de $ 1 / hectárea / año, mientras que un novillo gordo que se vende para su faena fuera de la provincia en cuestión paga $ 7 al momento de obtener la guía correspondiente. En esas provincias, el impuesto inmobiliario rara vez tiene un costo anual que se supere el 0,7-0,8 % del valor de mercado de ese predio.
En otros casos, como los de la Pampa Húmeda, la incidencia del impuesto inmobiliario es muy alta. Así, existen zonas agrícolas que tributan $ 20-25 / hectárea / año (0,8-1,2 % del valor de mercado), y aún más. Muchos casos, sobre todo los de campos con sectores buenos, regulares y malos (lomas, media lomas y bajos salinos y / o alcalinos) tributan un monto que supera el 1,2 % del valor de mercado.
En cuanto a tasas, la provincia menos competitiva por lejos es BUENOS AIRES, tanto por sus costos como por la calidad de la contraprestación. Se pueden detectar casos en que el sufrido productor bonaerense paga el triple y hasta el cuádruple que SANTA FE en tasa de mantenimiento de caminos, comparando diferentes distritos de cada caso (los distritos promedio, los peores y los mejores). Similar situación se presenta con otras tasas y gravámenes, como por ejemplo la guía ganadera.

FINANCIAMIENTO. ENDEUDAMIENTO
En los 3 primeros años de convertibilidad prácticamente se triplicó el endeudamiento del sector, pasando de U$S 2.300 millones en 1991 a casi U$S 6.000 en 1994. Lógicamente sólo una parte fue a gasto corriente e insumos, en tanto que una porción significativa se destinó a inversiones.
Ya por los años 1994/1995 la morosidad del agro superaba al promedio nacional; 30 % contra 23 %, respectivamente. Pero la pesada carga vino después, cuando a partir del año 1998 la relación entre deuda y facturación continuó su desmejora.

SOLUCIONES (enunciado)
· El negocio agropecuario y sus características
· Medición de la rentabilidad agropecuaria
· Análisis FODA (fortalezas, oportunidades, debilidades, amenazas)
· Calidad total, BPA, trazabilidad
· Estrategia (tablero de comando o BSC), ABC
· Competitividad (cluster, conceptos de Porter)
· Reingeniería financiera. Fideicomisos
· Banca de inversión
· Warrants agrícolas, ganaderos y lecheros
· Pool de compras de insumos y / o de bienes de capital
· Integraciones con aportes de capital fresco
· REIT
· Facturas de crédito
· Capacitación empresaria
· Creación de valor (EVA) El agro genera o destruye valor?
· Las cadenas de valor en el agro (negocios B2B)
· Auditorías, su importancia
· Seguros agrícolas
· Evaluación de proyectos. TIR - VAN - PRK (tasa interna de retorno, valor actualizado neto, período de recuperación del capital). Análisis de sensibilidad.
· Auditorías
· El directorio tercerizado
· Plan de negocios
· El agro y las calificadoras de riesgo
· Planeamiento
· Normas de procedimiento y planes de contingencia, capacidad para evaluar nuevos desafíos.

LA VISIÓN
u$s30.000 millones de exportaciones agroalimentarias en 2010-2012.¤
  
Por Ing. Agr. Luis VILLA,
para Producción

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