Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




Medio Ambiente:
Fertilizantes y el ambiente

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El desarrollo agropecuario de la República Argentina se realizó, hasta la década del 80, prescindiendo del uso de fertilizantes comparado con otros países del mundo. El promedio de utilización de fertilizantes en la Argentina hasta los años 80 era de aproximadamente 4kg/ha cultivada frente a 400kg/ha de países como Holanda. La utilización de fertilizantes estaba restringida a algunos cultivos muy específicos como el tabaco, caña de azúcar, papa, cultivos hortícolas en general, etc.
Las causas que reconoce esta situación se deben principalmente a razones de índole económica. A partir de esa fecha, debido a precios internacionales atractivos la utilización de esta tecnología fue creciendo al transcurrir del tiempo, llegando a la actualidad donde es casi impensado hacer agricultura sin el auxilio de los fertilizantes.
El país basó su desarrollo agrícola en diversos factores, ajustando el paquete tecnológico, principalmente en la calidad de las semillas utilizadas, densidad de siembra, época de siembra, ajuste de la sembradora, planes fitosanitarios adecuados, etc. Este camino seguido por los productores agrícolas de la Argentina fue exitoso y basta con revisar las estadísticas de producción de los principales productos agrícolas para observar el sensible incremento en las respectivas producciones anuales. Este éxito notable de los agricultores argentinos, poco difundido por una prensa adicta a resaltar sólo catástrofes, hace comparables los niveles de producción en EEUU, en soja de secano, similar a los de nuestro país, pero sin uso de fertilizantes.
Esta situación, sin quererlo, nos favoreció, ya que el uso irracional de fertilizantes en casi todos los países del mundo provocó diversos grados de contaminación. Esta contaminación se presenta, principalmente, en napas, cursos de aguas superficiales y espejos de agua. Es por ello que las autoridades junto con las instituciones de educación, investigación y extensión tienen la ineludible obligación de brindarle a los productores la información necesaria para que estos problemas no se repitan en nuestro país. De no ser así tropezaremos 2 veces con la misma piedra.
Sabemos cuales son las consecuencias para el ambiente de este uso irracional; ya existen áreas del país donde el contenido de nitratos en las napas que se utilizan para captación de agua potable superan los 50mg/L. Un ejemplo de ello es el sudeste de la provincia de Buenos Aires. Es pertinente remarcar que el Código Alimentario Argentino da como límite de nitratos en aguas para consumo humano 50mgr/L. En EEUU el valor límite es de 25mgr/L. Si utilizáramos este valor, muchas aguas de consumo en la Argentina estarían fuera de los valores seguros.
Los principales responsables de la contaminación son el nitrógeno y el fósforo. El nitrógeno en su forma de nitrato es muy poco retenido por el suelo y por lo tanto los excedentes no utilizados por las plantas penetran profundamente en el perfil del suelo y llegan a las napas o cursos superficiales de agua. El fósforo es un nutriente que por sus características químicas es poco móvil en el suelo y por lo tanto difícil de moverse, pero cuando aparece otro fenómeno provocado por la acción irracional de hombre, como es la erosión, el fósforo se mueve con las partículas de suelo que se desplazan y llegan a los cursos o espejos de agua. Ahora con la presencia de nitrógeno y fósforo las algas poseen todo lo que necesitan para desarrollarse y el número de ellas aumenta en forma espectacular. Esta presencia de algas produce una disminución muy sensible del oxígeno disuelto en el agua y como resultado se produce mortandad de peces, entre otros efectos. Este fenómeno se conoce como eutrofización de aguas. Un ejemplo dramático de esto se puede observar en el espejo de agua del dique Río Hondo en la Provincia de Santiago del Estero en época de zafra. La presencia de una enorme cantidad de algas y un olor nauseabundo, producto de la descomposición de materia orgánica nos pone de manifiesto la contaminación existente.
Es hora que tomemos conciencia del daño que por ignorancia, de algunos y descuido de otros, estamos sometiendo al ambiente con consecuencias muy graves y de un enorme costo para reparar. Aquí se aplica aquello de: “mas vale prevenir que curar”.¤

Por Ing. Agr. Norberto A. Colacelli. Ph.D.
Profesor Adjunto de la Cátedra de
Uso del Suelo de la Facultad de
Agronomía y Zootecnia de la
Universidad Nacional de Tucumán
E-mail: usonorb@manant.unt.edu.ar


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