Revista Producción
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Historia de vida:
La inmigración siria y libanesa en Tucumán

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Los inmigrantes sirios y libaneses llegaron a nuestras tierras desde fines del siglo XIX, en diferentes etapas determinadas primero por la intolerancia religiosa, luego la situación económica y, finalmente, el simple deseo de aventura. Pero cualquiera fuese la razón que motivara el doloroso camino del desarraigo, con el tiempo se hizo carne en ellos que lo árabe era por encima de todo una cultura, cultura que sobrepasaba temas de idiomas, credos o razas. La comunión con el nuevo país y su gente fue rápida y total, al punto que tal vez sólo quede como materia pendiente aquella necesidad casi vital de explicar sus orígenes, expresada sin mayor éxito desde el primer momento "no somos turcos, somos árabes". Claro que sí, árabes agradecidos de este suelo argentino que les brindó la paz y libertad que buscaban, valores que supieron devolver a través del esfuerzo en el comercio y, aunque en menor medida, también en la agricultura. PRODUCCION conversó con Olga Liliana Asfoura de Adad, profesora de Historia y bella descendiente de aquellos pioneros, quien procura el doctorado en su especialidad justamente con el estudio de la inmigración sirio libanesa en la provincia de Tucumán.

¿A partir de qué época se produjo la inmigración árabe en Tucumán?.
Lo primero que debemos destacar es que la inmigración árabe se distingue del resto de las inmigraciones no sólo por la zona geográfica de la que proviene su gente, que no es Europa sino Medio Oriente, sino por tener cultura, lengua y religión distintas. La mayoría de los inmigrantes pertenecen a la iglesia católica apostólica de Antioquía y a la iglesia maronita, que depende ella sí del Papado.
Y ahora sí entramos en tema. Siempre se habla de varias etapas: una primera que llega hasta 1914 cuando el que sería territorio de las actuales naciones Siria y Líbano, estaba bajo poder otomano; la segunda etapa, bajo mandato francés, que se desarrolla en la década del 40, tras la II Guerra Mundial, cuando Siria y Líbano logran la independencia y se consolidan como naciones, y un tercer grupo que, en la década del 70, llega al país por lo que denomino simplemente deseos de aventura. Finalmente hay que mencionar algo que pocos saben: existe un convenio entre la UNT y la Universidad de Damasco, en virtud del cual desde hace varios años, muchos jóvenes sirios se han formado como mèdicos en nuestra alta casa de estudios.

¿Cuál es la causa de la primera corriente inmigratoria, la más importante en cuanto a su caudal?.
Sin duda el problema religioso. El imperio turco es musulmán sunnita, una de las grandes divisiones del Islam, y comienza a fines del siglo XIX una época de persecuciones y exaltación del nacionalismo. Se acosa a miembros de minorías que no son musulmanas sunnitas, en este caso a las musulmanas alauitas, y a las cristianas, tanto ortodoxa como maronita. Esto provoca el éxodo. Los primeros que llegan a Tucumán son los libaneses, oriundos de Monte del Líbano, que se van a instalar sobre todo en la capital y zona del departamento Río Chico. Los de Siria arriban a partir de 1904, representan un caudal inmigratorio mayor, y provienen fundamentalmente de las ciudades de Hama y Homs. Se instalan también fundamentalmente en la ciudad, pero un número importante lo hace en el campo. Dentro de los grupos inmigratorios en general, cabe destacar que es el árabe quien más se interna en la campaña, no tan sólo en las cabeceras departamentales, sino bien campo adentro. Siguen la línea del ferrocarril, y no es casualidad que con su llegada surgieran nuevos pueblos, a la vera de las vías. En el interior tucumano se arraciman sobre todo en Famaillá, Cruz Alta, Monteros, Burruyacu.

¿Quiénes eran aquellos primeros inmigrantes?.
Hay que atenerse a la historia oral, no hay archivos, tómese en cuenta que los integrantes de aquel primer grupo de inmigrantes llegan indocumentados, vienen escapando del imperio turco, por eso lo peor que se les puede decir es que son turcos. Algunos traen libras, la moneda siria, son (sobre todo los libaneses) artesanos y agricultores, ninguno es comerciante, se hacen negociantes para sobrevivir.
No puedo menos que emocionarme grandemente cuando pienso en aquellos hombres y mujeres, que no saben leer ni escribir en español, con sus retinas llenas de escenas de matanzas, poseídos todavía de un miedo cerval que los hace no querer identificarse, obligados a salir con su cajita repleta de chucherías, único medio que los separa del hambre. Caminantes infatigables, se dedican primero al comercio ambulante al grito de "todo a 20", que convierten luego en negocio fijo mediante el almacén de ramos generales y, unos cuantos llegan en las ciudades, a transformarlos en comercios mayoristas.

¿Qué aportan al medio los inmigrantes árabes?.
Me atrevo a decir que revolucionaron el comercio. El crédito, concretado en la célebre libreta de almacén, es creación árabe. Tipifican la Plazoleta Mitre, El Bajo y el microcentro tucumano, fundamentalmente en calles Mendoza, Córdoba, Maipú y Junín. Las estadísticas de 1890 fijan en 90 el número de árabes, pero el censo de 1914 establece que ya para entonces suman 4155.
El diario "El Orden" menciona frecuentemente en 1910 a la colectividad árabe. Ha adquirido ésta para entonces una fuerza económica y social insoslayable en el medio, que se traduce por ejemplo en la ayuda a hospitales, una proverbial preocupación de los árabes.

¿Se arraigó el árabe con facilidad?.
Sí, y mucho tuvo que ver para ello el que los varones árabes contrajeran muchas veces matrimonio con gente de lugar, con criollas, no debe olvidarse que esta corriente inmigratoria era fundamentalmente masculina, las mujeres llegaron luego. Justamente este pequeño gran detalle motivó a mi juicio que se facilitara el arraigo, éste se concreta rápidamente cuando en la casa no se escucha la lengua materna.
Hay anécdotas sobre la carencia de mujeres en aquella primera etapa; eran tan pocas que tomaban el tren en Buenos Aires rumbo a su destino final, y casi invariablemente se solicitaba su mano en el camino, ya fuera al padre, tío o un hermano. Hoy los descendientes árabes llegan a 400.000 en esta provincia, y constituyen la segunda fuerza, luego de la española. Muchos de ellos prolongan la preferencia de sus ancestros por la actividad comercial, pero también se destacan muchos en el plano profesional y la agricultura.

¿Cómo vivían aquellos primeros inmigrantes?.
Apenas asentado en un lugar ya ocupado por un connacional, éste le entregaba la caja con mercadería al tiempo que le decía "andá y vendé". En esa labor las mujeres árabes acompañan mucho a sus hombres, no saben leer ni escribir en español, pero vuelan en matemáticas. La mujer siempre al lado del hombre en el negocio, es una característica permanente. También lo son en esta época los negocios árabes, generalmente ubicados en una esquina, con dos grandes ventanas, a través de las cuales se atiende a hombres y mujeres por separado. Esto se explica porque al hombre le gustan los tragos y las picadas, éstas últimas muy árabes. El vino, recluído en grandes tinajas es servido con generosidad, y las picadas se expenden por una ventana; en la otra, la mujer adquiere elementos para su hogar. La arquitectura de estos almacenes es siempre la misma: negocio y depósito al frente, el infaltable patio, y la casa al fondo.

¿Regresaron muchos de estos inmigrantes a Siria y Líbano?.
No hay constancias sobre el particular. Pero sí se sabe que muchos enviaban dinero desde los primeros tiempos para facilitar la venida de sus parientes, y que otros regresaron sólo para buscar mujer y traerla a Argentina. Aquella primera corriente migratoria tenía un ansia visceral de paz y libertad que le proporcionaba este país nuestro, por eso aprendieron a quererlo de una vez y para siempre.

¿Desea agregar algo?.
Sí, y es importante que lo haga. La historia suele registrar sólo a los que triunfan. Muchos de aquellos inmigrantes -afortunadamente- triunfaron y hoy sus descendientes son importantes hombres de negocio, profesionales, políticos. Pero como sucede siempre, hubo también muchísimos que quedaron en el camino, simples peones, obreros de ingenios, para ellos también va mi recuerdo emocionado, porque contribuyeron en su medida a hacer grande este país. El inmigrante es el que lucha para poder vivir, siente el dolor de haber tenido que dejar la tierra, sus hijos conocen el dolor del desarraigo a través de cuentos, música, tradiciones. El árabe es observador y desconfiado, alegre pero nostálgico, tiene el don de la palabra pero sabe escuchar, ama la poesía y las humanidades. Todo eso lo recibimos de aquellos ancestros, todo eso lo transmitimos en este suelo.¤

Por Ernesto Cepeda,
de Producción


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