Convencional vs. Orgánico |
Parte de los productores agropecuarios que incursionan en la agricultura orgánica lo hacen con una firme convicción sobre los principios que dan origen a la alternativa. Otro grupo lo hace en la búsqueda de caminos para aumentar la rentabilidad de sus explotaciones. De este modo pretenden transformar un commodity en un speciality, y con ello lograr cierta influencia en la determinación del precio de su producto. Sin embargo, si para el commodity la predicción de ingresos a obtener presenta dificultades, los problemas se incrementan con un “speciality orgánico”. Quien desea incursionar en la producción orgánica debe tener en cuenta que existen dos fuentes importantes de riesgo: el de producción y el de mercado. En el riesgo de producción se incluyen los provenientes de factores meteorológicos (bien conocidos en los cultivos tradicionales) al que se adiciona un importante riesgo tecnológico. El sistema orgánico es sumamente nuevo, por lo cual está sometido a permanentes ajustes de acuerdo a los resultados de la experimentación, a la aparición de nuevos productos y técnicas aplicables e, inclusive, al surgimiento de demandantes de nuevos productos para los cuales aún no existe un itinerario técnico orgánico disponible y es necesario extrapolar resultados.
Los rindes de la producción orgánica suelen suponerse inferiores a la producción convencional. Ello puede no ser así cuando se parte de una situación “biológicamente favorable” (en cuanto a fertilidad potencial, malezas, plagas y enfermedades presentes) mantenidas mediante el sistema sustentable que la agricultura orgánica propone. Si se parte de una idéntica situación favorable inicial, puede aceptarse que en el sistema tradicional se obtienen rindes superiores en los primeros años, produciéndose una declinación que es necesario compensar con el incremento en el uso de insumos. El sistema sustentable orgánico, en cambio, permite lograr rindes no tan espectaculares aunque -como la denominación lo indica- constantes a lo largo del tiempo. En cuanto al mercado, existe riesgo debido al costo de producción y al precio del producto en sí mismo. El costo de producción habitualmente es considerado como un dato, ya que en el momento de tomar la decisión sobre el cultivo a realizar es conocido. Existen varias revistas que contienen listados de precios de los insumos utilizados en los sistemas productivos tradicionales, pero para el caso de los productos orgánicos no existen tales listados, e inclusive suele haber importante variabilidad de los datos que se obtienen. Así, el precio puede experimentar grandes modificaciones con respecto a la información inicialmente obtenida (proveniente de otros productores o inclusive de proveedores). El precio variará de acuerdo al volumen de la operación pactada o a la posibilidad de llegar a cierta escala (por parte del proveedor), al sumar los requerimientos de varios clientes. La información que se suele emplear para el cálculo de los costos de producción se basa en datos pasados, obtenidos de explotaciones que se dedican a la producción de tipo orgánico. Pero no sólo son difíciles de obtener sino que normalmente no responden adecuadamente a la condición futura. En cuanto a los precios de los productos obtenidos, a la tradicional variabilidad de la mercadería convencional se suma la debida al producto orgánico, por lo cual la incertidumbre sobre “precios a obtener” es más grande que la acostumbrada, ya que es la resultante de ambas fuentes de riesgo. Como precios orientativos suelen utilizarse los del mercado orgánico de Estados Unidos, que en general duplican los del producto convencional, por lo cual constituyen un extremo superior factible. Tampoco debe olvidarse que en frecuentes ocasiones el mercado norteamericano opera como “triangulador” (siendo el destino final los países de la Unión Europea), cobrando un margen por su intervención. En el otro extremo, es posible que la producción orgánica deba venderse como producción convencional, pagándose como un commodity, es decir como una producción no diferenciada. Son factibles todas las situaciones intermedias.
Para que el sistema orgánico resulte exitoso comercialmente, la “atención empresarial” necesaria resulta superior al sistema convencional. Esta actitud se origina tanto en la necesidad de contar con información técnica adecuada para obtener buenos rindes, como en el estricto y continuo control para evitar desequilibrios del sistema (enfermedades, plagas, malezas), y como de la capacidad de comercializar adecuadamente los productos para lograr un precio elevado. Es importante señalar que existen productores orgánicos que consideran que las producciones proporcionan resultados más estables que las alternativas convencionales una vez que han obtenido conocimientos suficientes y logrado equilibrio de su sistema de trabajo.
Costo de producción de granos Para ejemplificar el costo de producción de granos se han considerado cuatro cultivos: soja, maíz, trigo y girasol. Los tres primeros son requeridos para consumo humano directo, teniendo buen grado de aceptación en el mercado externo. En el interno, el desarrollo de la demanda es menor, si bien para el caso del trigo son conocidos los casos de “panaderías orgánicas”. La tecnología propuesta es la modal de casos reales de la zona sur de Santa Fe, que han partido de una situación favorable en cuanto a malezas y fertilización (en caso contrario el sistema no es viable). Los valores utilizados para valuar los insumos corresponden al mes de agosto de 1997. En los cuatro cultivos analizados, el manejo orgánico incluye mayor número de labranzas para control de malezas; más cantidad de kilos de semilla por hectárea (a fin de lograr una mayor cobertura inicial con un mayor stand de plantas por unidad de superficie) y la aplicación de inoculantes e insecticidas biológicos. Como contrapartida desaparece el uso de herbicidas e insecticidas convencionales. Para el caso de la soja de primera, los costos directos de producción se detallan en el Cuadro 1. La diferencia de costos fijos directos entre las alternativas es de 38,26 $/ha, un 21 por ciento mayor para la soja orgánica. Esto en términos de “quintales de commodity” equivale a 1,72 qq/ha. En algunos casos se realizan labores manualmente (dependiendo de la oferta y precio de mano de obra), y también es frecuente el desmalezado manual complementario a las tareas mecánicas. Se debe tener presente que no se ha tenido en cuenta el costo originado por la certificación de la producción orgánica ni el costo de asesoramiento, que son costos fijos que se diluyen en mayor o menor grado de acuerdo al número de hectáreas trabajadas. Hay que considerar también que el flete hasta la planta de procesado puede no ser equivalente a la situación convencional ya que la mercadería debe conservar su identidad de orgánica evitando toda mezcla con grano obtenido de modo tradicional. La limpieza suele ser más exigente, debiendo tratarse como a una semilla, siendo muy castigado el porcentual de grano roto o quebrado, en función de su destino (consumo humano directo sin previa industrialización). Debe estar libre de aflatoxinas (niveles permitidos inferiores a 0,01 ppm), siendo la demanda mucho más exigente que en los cultivos tradicionales. Asimismo, el grano destinado al mercado externo requiere el transporte con atmósfera controlada (dióxido de carbono) para evitar la proliferación de plagas, ya que no están permitidos los insecticidas convencionales (de menor costo por unidad de volumen). Para el cultivo de maíz los costos de producción aparecen en el Cuadro 2. En este caso el costo de producción orgánico es 31,37 $/ha, un 21,7 por ciento superior al convencional, y el equivalente a 2,86 qq/ha . Los mayores trabajos mecánicos de este cultivo hacen que la defensa contra plagas, malezas y enfermedades sea mayor aún sin aplicación de ningún producto.
Cabe destacar que el girasol no se exporta como grano, sino como aceite orgánico. Sin embargo, por las dificultades de la extracción, no tiene un gran desarrollo en el país (a diferencia del aceite de oliva que naturalmente requiere ser sólo prensado y no refinado y por lo tanto el sistema tradicional es más cercano al orgánico). Del análisis de los costos directos surge que para los cuatro cultivos extensivos analizados las labores incrementan el costo directo de la producción orgánica, al ser mayor el número de labranzas realizadas con respecto a las llevadas a cabo en el cultivo convencional. Como contrapartida, el costo de la producción convencional se ve incrementado por la incidencia de agroquímicos y su correspondiente aplicación para el control de malezas, plagas y enfermedades, aunque su incidencia no llega a equiparar al costo mencionado en el párrafo anterior. Por otro lado, en la producción orgánica el costo de la semilla es más elevado en razón de su mayor precio (alrededor de un 20 por ciento superior al de la semilla convencional) y la mayor cantidad utilizada por hectárea. De lo expuesto resulta que los costos directos de producción de las dos alternativas planteadas (agricultura orgánica y agricultura convencional) son prácticamente similares en el caso del trigo. Para los otros tres cultivos, los costos directos de la producción convencional resultan en algo más del 20 por ciento inferiores a los de la producción orgánica. El resultado final, entonces, depende del ingreso diferencial, donde intervienen tanto los rindes diferenciales como el sobreprecio a lograr en cada caso. Extraído de: “Producción orgánica en Argentina. Factores a tener en cuenta y análisis económico de su conveniencia”. Fuente: SAGPyA |