Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




Entrevista: Dra. Luciana Díaz de García
La universidad sale en ayuda
de los pequeños productores

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La cooperación es valor fundamental en las relaciones interestatales, y ello ha llevado al crecimiento y proliferación de todo tipo de asociaciones. Una de ellas es la estructura económica internacional que constituyen Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay para el logro de un objetivo cierto: el Mercado Común del Sur (Mercosur).

El sistema jurídico institucional de este proceso de integración subregional debe ser explicado en detalle a quienes constituyen la célula primaria del tejido económico social: los pequeños productores. Así lo entiende la doctora Luciana Díaz de García, profesora titular de la cátedra de Derecho Internacional Público en la facultad de Derecho de la UNT, investigadora y docente con dedicación full time. La doctora Díaz encabeza un proyecto y equipo multidisciplinarios que pretenden lograr un positivo cambio social no sólo con el frío trabajo de gabinete universitario, sino a través del contacto cálido y directo con la gente de campo en su propio terreno.

¿Cómo y cuándo se originó el proyecto?.
Durante 1997, en mi carácter de profesora de Derecho Internacional Público, presenté al Consejo de Ciencia y Técnica de la Universidad, un proyecto para trabajar con pequeños agricultores, quienes aparecen como un sector vulnerable dentro de las economías provincial y nacional y que necesitan por lo tanto apoyo para su reconversión y transformación. Todo proceso de integración genera un fenómeno de exclusión de sectores que no pueden participar porque no tienen ni la calidad ni la cantidad, tampoco la continuidad necesaria en la oferta para poder salir a competir al mercado general.
Entonces, en una primera etapa, se benefician solamente las multinacionales o las grandes empresas. En Tucumán concretamente, en el caso de la actividad citrícola, quienes disponen de volúmenes para exportar y cantidad y calidad de producción, determinan de alguna manera los precios; por contrapartida, pequeños productores, cuya producción es a lo mejor de 5 ó 10 hectáreas, y no reúnen las condiciones para un mercado integrado, deben vender sus productos a quienes, a su turno, son intermediarios en el proceso de exportación.

¿Qué papel juega aquí la Universidad?.
La facultad de Derecho debe cumplir las tres misiones que tiene toda institución universitaria: investigación, docencia y extensión; tradicionalmente ha sido la nuestra una facultad de docencia exclusivamente, la investigación tiene pocos temas y pilares, en estos momentos hay 4 directores de proyectos, una de los cuales soy yo. Tenemos además escasos docentes con dedicación part time o full time, que les permita llevar a cabo una investigación en forma contínua, en un verdadero proceso, porque la investigación requiere muchas etapas y la continuación de un proyecto a lo largo del tiempo. Soy docente full time, y quería aprovechar esta posibilidad de encarar un tema teórico como es el Mercosur, para hacer extensión universitaria ayudando al cambio social, porque además tengo formación en Derechos Humanos.
Para afrontar esta tarea es esencial un equipo interdisciplinario, y en este momento tenemos abogados especializados en Sociología, Derecho Agrario, internacionalistas, sicólogos, también una pedagoga que nos ayuda a concretar el material para poder trasmitirlo a personas que, en muchos casos, son analfabetos funcionales; contamos finalmente con un antropólogo y un sociólogo, porque acá también hay un problema de identidad cultural, y hay que ayudar a preservar un modo de vida que está desapareciendo, o al menos en vías de desaparición.

¿Cuáles son los problemas del pequeño productor?.
Uno de los más grandes es el éxodo campesino. El trabajador rural emigra a la ciudad y sufre en ella una discriminación que altera su forma de vida y lo hace sentir extranjero en el propio suelo. Nuestro proyecto es muy ambicioso, porque se propone transmitir conocimientos básicos de Mercosur, sus mecanismos y las ventajas y desventajas de la integración, pero al mismo tiempo hacer un trabajo social de apoyo a través de formas asociativas, sean éstas de hecho o mediante un tipo legal que les permita a los productores agruparse y enfrentar en conjunto el proceso de reconversión o transformación. Contamos con el apoyo del INTA, Cambio Rural, gente que tiene mucha experiencia en trabajo de campo y que nos ha ayudado, fundamentalmente, a identificar a los pequeños productores, es decir, verlos y agruparlos para que nos escuchen. Trabajamos en tres localidades: Simoca, elegida por ser la de mayor índice de necesidades básicas insatisfechas (49.13%), Lules y Tafí Viejo, porque allí están ubicados la mayoría de los pequeños productores, y porque además en Tafí Viejo se asienta una actividad tan importante como es la citrícola.

¿Qué resultados se obtuvieron?.
Dispares, como suele ocurrir en este trabajo, pero hemos visto por ejemplo cómo, en Simoca, se agruparon productores para el uso de maquinaria en común, a efectos de obtener un también comunitario crédito; hubo asimismo un trabajo social importante a partir de reuniones, como lo es preocuparse por la situación del CAP (Centro de Atención Primaria) de la zona, que estaba cerrado, y que esos agricultores decidieran unirse para pedir -y conseguir- la habilitación del centro asistencial, y el médico que lo atendiera. Este trabajo de conjunto no es una práctica habitual, -recuérdese que somos muy individualistas, sobre todo en el campo-, hay una resistencia a trabajar en grupo, toda forma de cooperación es vista con recelo.

¿Cuál cree usted que es la causa?.
Es un problema de tradición, porque en aquella Argentina que fue granero del mundo, con 10 hectáreas se vivía bien, mientras que ahora, en tiempos de la globalización, eso ya no es posible. Nadie se salva solo, se salva con otros, y el cambio requiere una transformación, es decir, hay que afrontar la instancia modificando la forma de producción, variando la forma de salir al mercado, agregando valor a la producción.

¿En qué forma se desarrolla el trabajo del equipo?.
Nuestro grupo trabajó también con dos personas de la cátedra Agroindustria de la facultad de Agronomía, la doctora en Química Susana Monserrat y la ingeniera agrónoma Elena Rank, ambas nos ayudaron a hacer la difusión de la conservación de frutas y hortalizas, que es una manera de agregarle valor al producto, y a utilizar el excedente de las cosechas. El proyecto ha avanzado en algunos terrenos, y en otros no pudo progresar demasiado, porque todos sabemos cuál es la situación de la investigación en la universidad. No obstante, como afortunadamente teníamos recursos de otras fuentes, como por ejemplo algunos cursos de capacitación, pudimos seguir trabajando; el equipo pone toda su buena voluntad, hay un compromiso con el grupo social afectado que va más allá del tema económico, hemos seguido trabajando y vamos a presentar resultados a pesar de todas las dificultades.
Ya editamos un material para divulgar qué es un mercado integrado, cuáles son las ventajas y desventajas para un pequeño productor, y hemos hecho asimismo contactos muy importantes a nivel nacional. No obstante, me duele decir que hay un legislador provincial que forma parte de la comisión Mercosur, pero a quien nunca hemos podido entrevistar para contarle del proyecto que tiene la Universidad, y ver de tal forma si podemos conseguir algún apoyo del Senado de la Nación en el área de Desarrollo Humano. En fin, son cosas que creo que con tiempo y esfuerzo vamos a obtener, por lo pronto tenemos, permítame decirlo, un excelente equipo de profesionales interdisciplinarios con gran sensibilidad, gente a la que le importa la gente. Considero que es bueno para los pequeños productores saber que, desde un ámbito académico, hay profesionales preocupados por su situación; fíjese, fuimos a Mercofrut, el mercado de productores, y nuestra visita causó verdadero revuelo, porque la gente no podía creer que la Universidad estuviera haciendo encuestas allí. Hay una tendencia a pensar que lo académico se circunscribe al aula, y esto no es así, el profesor debe tener una preocupación social, en la instancia que vivimos, quienes están capacitados deben ayudar a la sociedad a resolver sus problemas. Por nuestra parte, todas las mañanas estamos en el 1º piso, oficina 3 de la Facultad de Derecho, donde los productores pueden sugerir nuevas áreas de trabajo para nuestro proyecto.

¿Qué acogida tuvo el proyecto entre sus colegas?.
Participé de dos congresos nacionales de extensión, a los cuales llevé nuestro proyecto para que fuera conocido en otras universidades, como una sugerencia de trabajo, y estuve en una reunión de la Subsecretaría de Derechos Humanos de la Nación, en la cual se me pidió que hablara de la extensión en derechos humanos, tomando al proyecto como ejemplo de lo que se puede hacer, no ya como simple investigación teórica, sino como trabajo social.
Este año comenzamos con un equipo de 5 personas, ahora somos 13, y esto porque mucha gente que nos vio trabajar dentro de la facultad, pidió ser incluída en el proyecto, lo que para nosotros es muy importante, porque no se trata de personas con formación en derecho internacional, sino en otras disciplinas, y ello constituye un aporte valioso que nos proporciona la posibilidad de ver los problemas con otros ojos, desde otros puntos de vista.
Ahora nos hemos presentado como un programa de proyectos, que es cuando varios proyectos se unen, y conforman un programa. Este año lo hicimos con la facultad de Filosofía y Letras, el doctor Ricardo Kaliman, que trabaja con Identidad Cultural, él tiene proyectos en el área andina, y le pedimos que abra su espectro para abarcar también el área del Mercosur. Ha sido un encuentro que no vacilo en calificar de trascendente, porque ambos descubrimos, en nuestra condición de directores de los respectivos proyectos, cuántas cosas podíamos hacer en común. Ojalá que la Universidad apoye nuestro programa porque es éste un trabajo jurídico con mucho de social, porque en definitiva, no hay derecho que no pueda calificarse de humano, y que no merezca una protección internacional.

¿Cuál es su mensaje para nuestros productores?.
Hay que trabajar mucho en la reconversión y en la transformación, es la única forma de sobrevivir.
Además, aunque suene paradójico, resguardar una forma de vida, porque si bien el productor vive de su trabajo y tiene necesidades básicas a satisfacer, está en juego su idiosincracia, una forma de vida que, si no la valoramos y contribuimos a preservar, va a desaparecer. El productor tiene que convertirse en el gran protagonista social, debe hacerse oir, ese es su derecho y también su gran responsabilidad; consecuentemente, las asociaciones de pequeños productores deben ser creadas donde no existen, y fortalecidas donde ya tienen vigencia, y la Universidad, con sus valiosos recursos humanos, acudir al servicio de la gente para ayudarlos en este proceso.

Por Ernesto Cepeda,
de Producción


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