Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




TRANSGENICOS: TODAS LAS VERDADES
DE LA BIOTECNOLOGIA AGRICOLA

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En los últimos tiempos se escucharon cuestionamientos (sobre todo desde Europa) acerca de la bioseguridad de los productos biotecnológicos, tanto para la salud humana como para el ambiente.
En la Argentina está ocurriendo todo lo contrario de lo predicho por ciertos grupos ecologistas y que la bioseguridad de lo que aquí se aprueba para la siembra está asegurada y pasa por los controles científicos más rigurosos.
La humanidad practica la biotecnología desde los comienzos de la civilización. Ejemplos de estas modalidades antiquísimas que hoy llamamos biotecnología son la fabricación del pan, el vino, el queso.
El trigo, el perro y la vaca, por citar tres casos, son creaciones humanas en el sentido que el hombre dirigió su evolución desde el establecimiento de las sociedades sedentarias. La gran diferencia entre la biotecnología antigua y la que se conoce hoy en día es que la primera fue, mayoritariamente, empírica y la de hoy tiene en la ciencia su fundamento más importante.
Con el advenimiento de la genética moderna se identificaron las moléculas así como las instrucciones que a nivel molecular codifican caracteres como la resistencia a enfermedades, el color de las flores, etc.
La ingeniería genética no hace otra cosa que modificar esta información de la misma manera que una cinta magnética de un cassette lleva la información de un tema musical para que la entienda el aparato de audio. La ingeniería genética edita es información, como si tomáramos varios cassettes y una tijera, cortáramos las cintas contieniendo nuestras canciones preferidas, sin importar si el intérprete es de tango o de jazz.
Los biólogos moleculares comprendieron rápidamente el gran interés comercial de las nuevas técnicas y convirtieron, en una primera etapa, bacterias y levaduras en fábricas de proteínas valiosas. Así, a fines de los '80, productos farmacéuticos obtenidos con DNA recombinante utilizando microorganismos como la insulina humana, la hormona del crecimiento humano, el interferón alfa humano, reemplazaron los productos equivalentes que se obtenían de tejidos animales y humanos.
Si bien en su momento hubo algunas polémicas ético-religiosas en el hecho de utilizar, por ejemplo, bacterias modificadas genéticamente conteniendo genes humanos como el de la insulina, los beneficios desde el punto de vista de la salud humana fueron tan impresionantes que los opositores se llamaron a silencio.
Desde siempre, las cosechas se vieron afectadas por enfermedades, ataques de insectos, competencia de las malezas, falta o exceso de lluvia, calor o frío. Muchos de estos problemas se mitigaron mediante el mejoramiento genético tradicional. La ingeniería genética, aplicada a la agricultura moderna, ofrece la posibilidad de incorporar genes de organismos que se adaptaron naturalmente (por selección natural) a resistir o atacar a estos insectos o patógenos. Antes no se podía, porque existía una barrera sexual entre especies muy diferentes. Es decir, se popone proveerle los genes necesarios para defenderse sin ayuda de agroquímicos.

•żY LOS RIESGOS PARA LA SALUD?
Uno de los puntos más inexplicables en los que critican a la tecnología proviene del hecho de que no existe un riesgo implícito en la tecnología en sí misma (es decir, las técnicas que permiten transferir genes de una especie a la otra reconocidamente inocuas). Los riesgos proceden, en todo caso, del gen que se introduce y no de la técnica que se emplea para introducirlo. Así, los aspectos bromatológicos se analizan caso por caso, de acuerdo con procedimientos bien establecidos que se usan para determinar la aceptabilidad de cualquier alimento. Las plantas transgénicas que se comercializan actualmente han sido rigurosamente controladas en este aspecto. Los controles son mucho más rigurosos que para el mejoramiento tradicional con el que, ocasionalmente, se incorporaron características no deseadas en forma inadvertida.

•LA SITUACION EN LA ARGENTINA
En el medio de una tremenda guerra comercial entre Estados Unidos y Europa, la adopción de la biotecnología ha alcanzado un fuerte desarrollo en la Argentina, es una fuente potencial de una nueva actividad económica y constituye una oportunidad para mantener y mejorar competitividad en varios sectores productivos, incluyendo toda la industria agroalimentaria. Como demostración de la dinámica alcanzada por la innovación biotecnológica en este sector, entre 1991 y 1998 la Sagpya otorgó 238 permisos de liberación al medio de variedades de plantas transgénicas, con la evaluación favorable de la Comisión Nacional de Biotecnología Agropecuaria (Conabia).
En 1998 las solicitudes evaluadas y aprobadas fueron 90, de las cuales 19 corresponden a ensayos confinados y 71 a ensayos de campo. Del total de presentaciones, 77 fueron realizadas por empresas, 11 por el INTA y dos por otros institutos de investigación.
En el mismo año fueron evaluadas y aprobadas seis solicitudes de material transgénico para uso veterinario, cuatro presentadas por empresas y dos por el INTA.
La creación de la Conabia fue clave en todo este proceso. Se trata de una comisión multidisciplinaria (que asesora al Secretario de Agricultura) compuesta por biólogos moleculares, genetistas, ecólogos, fisiólogos, mejoradores, microbiólogos, provenientes tanto del sector público (Senasa, Inase, Inta, Conicet, universidades), como del sector privado (Asociación Argentina de Semilleros, Sociedad de Ecología).
Esta comisión es pionera a nivel de América Latina (data de 1991) y es respetada a nivel mundial en estos temas, incluyendo los grupos ecologistas. Estableció las reglamentaciones para liberar al medio ambiente los cultivos transgénicos, y analiza, caso por caso, cada uno de los organismos que se desean liberar, utilizando criterios científicos para el análisis y evaluación de riesgos y de las medidas para minimizar los posibles impactos.
La Conabia supervisó y sigue supervisando todos los ensayos que se realizan en el país mediante inspecciones in situ para comprobar que se cumplen los requisitos de bioseguridad. La seriedad y confianza que genera la Conabia a nivel mundial permitió que la Argentina sea, en estos momentos, uno de los países líderes en los temas de investigación de plantas transgénicas a nivel biológico, esto es, de la evaluación de la expresión de transgenes. Es decir que si un laboratorio desarrolla un nuevo producto en cualquier país del mundo, la Argentina es uno de los pocos países que ofrecen la capacidad técnica y científica necesaria para evaluar el desarrollo en las condiciones de bioseguridad apropiadas.

•EL FUTURO...
Ya se ensayaron en la Argentina (a nivel experimental) nuevas sojas transgénicas de alto oleico (conteniendo una composición de aceites mejorada). También se ensayan sojas con alto contenido de lisina (un aminoácido esencial en la alimentación). El INTA está ensayando plantas de alfalfa que expresan proteínas que al ingerirse podrían servir de vacunas contra enfermedades a los potenciales consumidores de estas plantas (en este caso, el ganado o las aves).
Es decir, estamos en los primeros pasos de la generación de productos nutracéuticos, esto es, productos tradicionales con mejoras en su calidad nutritiva e incluso farmacéutica.
Además, se producirá una clara diversificación de los productos, lo que permitirá una vía de escape a los commodities, tan vulnerables a variaciones en los precios internacionales. En otro contexto, una nueva rama de la biotecnología (la genómica o genomics) empezará a mostrar sus impactos en el mejoramiento genético, así como está ocurriendo con el proyecto del genoma humano.

Por Esteban Hopp
Doctor en Ciencias Biológicas, Investigador del INTA e
Integrante de la Conabia.
Fuente: Mercado Rural - Nº 13


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