Revista Producción
PRODUCCION Agroindustrial del NOA




Economía: ¿Inviabilidad de la
industria azucarera argentina?

*************** barra horizontal ***************

La agroindustria azucarera argentina enfrenta la mas grave crisis del siglo. Este hecho puede no haber sido percibido en su real dimensión por parte de algunos de los diferentes protagonistas de la problemática azucarera nacional, lo que en parte motiva este artículo.
Es cierto que en los últimos 100 años la industria azucarera argentina atravesó por varias otras situaciones "críticas" de diferente tipo, lo que entre otras cosas, sirvió para desprestigiarla ante la opinión pública, que la calificó como "conflictiva", "ineficiente", "subsidiada" y hasta "inviable' desde un punto de vista competitivo.
La grave situación que hoy enfrenta esta actividad en la Argentina, tiene sin embargo características únicas y excepcionales que la diferencian claramente de anteriores "crisis". Estas diferencias tienen que ver con su magnitud, con su contexto y con sus previsibles consecuencias.
En lo que respecta a su magnitud, lo que hoy está en juego no pasa única y exclusivamente por la situación económica y financiera de algunas empresas, por los acuerdos y desacuerdos de partes o por el desorden del mercado interno. Ni siquiera por la acumulación de excedentes o por el precio insólito del producto, aunque debe convenirse en que estas cuestiones contribuyeron a acelerar los síntomas externos de la crisis. Analizar hoy la cuestión azucarera únicamente desde alguna cualquiera de estas perspectivas sería además de irresponsable, una banalización de cuestiones mucho más fundamentales y profundas.
Desde otro punto de vista, los intentos de atender los síntomas externos con una política de aplicación de "parches" de emergencia, actúan como distractores que sólo sirven el propósito de acallar manifestaciones ruidosas o incómodas, pero que en definitiva deforman, enrarecen y agravan las cuestiones de fondo. Decididamente los "parches" no resultan eficaces para encontrar soluciones fundamentales y definitivas que permitan no ya una sobrevivencia ruinosa e indigna, sino el poder reencontrarse con los cimientos de una agroindustria autónoma, competitiva y sostenible.
En la actual crisis confluyen determinantes endógenos y exógenos al sistema. Los segundos están definidos por el contexto internacional que no puede modificarse sustancialmente y por lo tanto, requiere que la política azucarera nacional se ajuste a ellos de la mejor manera posible. Es claro que la Argentina no es, ni tiene condiciones para ser un país "exportador" de azúcar. Por lo tanto lo que debe procurarse es: (1) sostener en el mejor nivel posible la cuota americana; (2) afianzar mediante compromisos serios y efectivos de mediano y largo plazo los mercados regionales en lo cuales tiene ventajas comparativas evidentes (Chile); (3) recurrir excepcionalmente al mercado libre para descomprimir y estabilizar el mercado interno.
Entre los determinantes endógenos de la crisis actual, los hay estructurales y coyunturales. El sistema debe considerar y trabajar sobre ambos simultáneamente, si quiere encontrar los caminos que conduzcan definitivamente al afianzamiento y estabilidad de la actividad. Esto debe hacerse en un ámbito de objetividad, transparencia y con un importante componente de autocrítica y flexibilidad. Las posiciones dogmáticas y miopes (o daltónicas) de los diferentes actores (gobierno, productores, industriales, fuerzas del trabajo) no contribuyen a definir las cuestiones fundamentales y por supuesto, menos todavía a encontrar las soluciones requeridas.
La política de desregulación azucarera dispuesta por el gobierno nacional no ha servido hasta aquí para mejorar la situación de la actividad. Si el objetivo perseguido con una desregulación total, cercana a la indiferencia del Estado, no logra los resultados esperados y coloca a la actividad al borde de la disrrupción y el caos, debería revisarse y considerarse como factibles otros mecanismos de intervención. Por otra parte, no puede entenderse el porqué no intervenir en cuestiones en que los países mas desarrollados del mundo -a los cuales pretendemos emular, sí intervienen con diferentes mecanismos explícitos y políticas que tienen la finalidad de proteger y conservar intactas las estructuras productivas. Quizás estos países, mas maduros y con mayor experiencia y sabiduría en estas cuestiones, hayan comprendido que su intervención es necesaria y hasta deseable con el propósito de generar y sostener condiciones de crecimiento económico en un marco de equidad social.
Nadie ignora además que el final de la crisis se encuentra inexorablemente con una previsible conmoción social, producto de la "inviabilidad" de la inserción de muchos de los afectados en un medio excluyente y adverso. Todavía están frescas en la memoria las consecuencias del cierre de varios ingenios azucareros hace 30 años. Decenas de miles de personas, hombres, mujeres y niños, desplazados de sus medios y de sus hogares, casi condenados a la exclusión, a la indigencia, a la marginalidad. ¿Cuántos podrían ser esta vez?. ¿A dónde irían y como se insertarían? Estas son consecuencias esperadas y cuestiones no menores en las que el Estado deberá de todos modos intervenir a costos mucho mayores.
Los mecanismos de intervención del Estado, si están bien administrados, sirven para preservar el orden, el equilibrio y la estabilidad y no inciden ni atentan contra la eficiencia y la competitividad de las empresas que se reconocen como los pilares en los sistemas productivos modernos. En estos temas, los productores e industriales tienen mucho que ver y que hacer. No puede negarse que algo se ha progresado en estos últimos 10 años en esta dirección, pero queda mucho camino por recorrer. "Algo" es mucho respecto de casi nada, pero poco respecto de todo lo que todavía queda por hacer. Se deben incorporar nuevas y mejores tecnologías en campo y fábrica. Se debe mejorar sustancialmente la calidad y diversidad de los productos ofrecidos y volver a prestigiarlos ante los consumidores.
La actividad azucarera como noble que es, debe volver también a prestigiarse ante la sociedad, por su solvencia, seriedad y accionar coherente. Debe invertir en investigación y en innovación tecnológica. Las empresas mas competitivas del mundo invierten entre 2-3% del valor-producto en investigación y desarrollo tecnológico. En la Argentina las empresas azucareras tienden todavía a considerar que esto es "gasto" y no inversión rentable. Después de la crisis, solamente sobrevivirán los mejores y a esto deben tenerlo muy claro los protagonistas de esta emergencia. Ninguna sociedad del mundo está dispuesta a defender lo que no son capaces de defender los propios interesados.
Finalmente, deben revisarse los objetivos de largo plazo, como la única manera de despegarse de lo aparentemente "urgente" y abordar definitivamente los temas importantes. Si la agroindustria azucarera argentina no define de una buena vez a donde quiere llegar, no podrá definir tampoco el "como" ni el "por donde" ir. Los empresarios azucareros y el estado deben sentarse a discutir y definir como conciben que debería ser la estructura productiva nacional, no el año próximo, sino en el 2010 y en el 2025. Hacerlo permitiría diseñar estrategias conducentes y ordenadas para acercarse progresivamente a las metas establecidas. El momento de hacerlo llegó hace tiempo. Es de esperar que no sea demasiado tarde para reaccionar y obrar en consecuencia.
En definitiva, la agroindustria azucarera argentina es todavía posible y viable. Sin embargo, la falta de actitudes, la inacción y la ceguera, podrían tornarla inviable y así condenarla inexorablemente a la extinción.

Jorge A. Mariotti
INTA - EEA Famaillá

*************** barra horizontal ***************

índice





Copyright © Revista Producción - InterNet Tucumán - Todos los Derechos Reservados



produccion
Revista Produccion - Producciones - Editorial - Contacto - NOA - tucuman - salta - santiago del estero - catamarca - jujuy